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¿Es inevitable el deterioro cognitivo relacionado con la edad?

Algunas capacidades de razonamiento se vuelven más lentas, pero la mayoría de las personas nunca tendrán demencia.


spinner image Mujer mayor y una niña arman un rompecabezas
Collage de fotos: AARP (Fuente: Getty Images)

Jennifer Silver, una dentista de Calgary, Canadá, se alarmó  a principios de este año cuando su padre, de 62 años, comenzó a olvidarse de las cosas y a confundirse. "Tenía problemas para recordar conversaciones recientes y a menudo hacía las mismas preguntas una y otra vez", dice. "También hubo ocasiones en las que olvidó dónde había estacionado su automóvil o le costó recordar el camino de vuelta a casa desde lugares que había visitado regularmente".

Temerosos de lo peor, Silver y su familia solicitaron una evaluación de deterioro cognitivo para su padre. Un neurólogo descubrió el verdadero culpable: la clonidina, un medicamento para la presión arterial que puede desencadenar síntomas similares a la demencia en casos aislados. Cuando pasó a un medicamento diferente para la hipertensión —lisinopril—, el estado mental de su padre mejoró rápidamente.

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Si bien los síntomas que abrumaron al padre de Silver fueron particularmente dramáticos, pequeños lapsos de memoria (olvidarse el nombre de una persona o para qué entraste a una habitación) también pueden generar preocupación de que tú o un ser querido se están aproximando a la demencia. Afortunadamente, la mayoría de las veces este miedo no tiene fundamento. Pero es cierto que con el paso de los años hay mayor riesgo de que algunas habilidades cognitivas disminuyan. Según estimaciones de la Alzheimer’s Association, una de cada nueve personas de 65 años o más sufre de la enfermedad de Alzheimer en Estados Unidos, que es la causa más común de demencia.

Pero cambiemos esa estadística por una realidad que pasa desapercibida: “La mayoría de nosotros no desarrollamos demencia”, dijo el Dr. Robert Klitzman, profesor de Psiquiatría en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, en una presentación en septiembre —Well+Being: Brain Health & Aging— en The Washington Post, patrocinada por AARP. Y hay cosas que podemos hacer para mejorar nuestras probabilidades. ​

Según una encuesta realizada en el 2024 por Alzheimer's Disease International con más de 40,000 personas y publicada en el Informe Mundial sobre el Alzheimer 2024,  esto es una novedad para personas de todo el mundo.  El 80% de la población general piensa que la demencia es una parte normal del envejecimiento. Y el 65% de los profesionales de la salud piensan lo mismo.

 Envejecimiento normal vs. deterioro cognitivo

La evidencia acumulada sugiere que el deterioro cognitivo lo suficientemente extenso como para afectar la vida diaria no es inevitable. Pero eso no significa que el cerebro funcionará siempre tan bien como lo hizo a los 20.

La función cognitiva mejora durante la edad adulta temprana y luego, con el tiempo, ciertos aspectos de la cognición comienzan a declinar, dice el Dr. Thomas M. Holland, médico científico del Instituto Rush para el Envejecimiento Saludable del Centro Médico de la Universidad Rush en Chicago. Holland estudia el impacto de las modificaciones del estilo de vida en el envejecimiento y es uno de los asesores en el estudio U.S. POINTER (U.S. Study to Protect Brain Health Through Lifestile Intervention to Reduce Risk, enlace en inglés), un estudio para proteger la salud cerebral a través de la intervención en el estilo de vida en personas de 60 a 79 años.

“Ciertas capacidades, como la velocidad de procesamiento, por ejemplo, se ralentizan alrededor de los 20 años, cuando alcanza su punto máximo, hasta los 70 u 80 años, cuando la velocidad de procesamiento puede haber disminuido entre el 50 y el 70%”, dice el Dr. Howard Fillit, profesor clínico de Geriatría, Medicina y Neurociencia en la Facultad de Medicina de Mount Sinai en la ciudad de Nueva York y director de la Alzheimer's Drug Discovery Foundation.. (Un aspecto positivo es que el vocabulario y la toma de decisiones mejoran con la edad).

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No recordar dónde dejaste las llaves o los anteojos generalmente no es motivo de preocupación, dice Holland. "A medida que envejecemos, [muchas personas] se distraen más fácilmente", explica.

Más preocupante es no poder realizar actividades de la vida diaria, como bañarse, lavar la ropa, cocinar o limpiar, “cosas que normalmente podías hacer y ahora te resultan difíciles, pero no a causa de una discapacidad física”, dice Holland. Por ejemplo, podría ser preocupante "si antes podías reconciliar una chequera y ahora tienes problemas para hacerlo. A mí me preocupa cuando alguien no recuerda cómo llegar a su casa”.

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Un debilitamiento de los sentidos (específicamente, el deterioro de la audición o de la vista) puede acelerar el deterioro cognitivo. La entrada distorsionada o la falta de "datos" requiere que el cerebro trabaje más para procesarla, dice Holland. Y agrega que, además, "la persona comienza a aislarse, y la pérdida de socialización puede llevar al aumento del deterioro cognitivo".

Evaluación de la función cognitiva

No hay una sola prueba para medir el deterioro cognitivo. Las pruebas, incluidos el test MMSE (Miniexamen del Estado Mental) y la prueba MoCA (Evaluación Cognitiva de Montreal), se usan comúnmente para detectar problemas de memoria y razonamiento y en las habilidades para resolver problemas.

"Entonces pasamos a las verdaderas pruebas cognitivas y a un conjunto de evaluaciones", dice Holland. El proveedor de servicios de salud también buscará causas más allá de la demencia, como depresión, deficiencias vitamínicas o efectos secundarios de algún medicamento, tal como le sucedió al padre de Silver. Además, las pruebas neuropsicológicas pueden usarse para identificar si los cambios en la cognición de una persona se alinean con el envejecimiento normal entre adultos sanos de la misma edad.

Existen pruebas para riesgos genéticos, particularmente una mutación genética llamada APOE4 (en inglés), que aumenta el riesgo de la enfermedad de Alzheimer. "En las personas que heredan una copia del gen, el riesgo se duplica en comparación con alguien que no porta el APOE4", dice el Dr. Charles Bernick, neurólogo del Centro Lou Ruvo para la Salud Cerebral de Cleveland Clinic en Las Vegas. Tener dos copias del gen (una de cada progenitor) confiere un riesgo aún mayor. Pero tener el gen APOE4 no significa necesariamente que una persona tendrá la enfermedad de Alzheimer, según los Institutos Nacionales de Salud. Y el gen APOE4 no parece tener los mismos efectos en poblaciones no blancas.

La prueba genética no se recomienda para personas sin síntomas de Alzheimer. Saber si alguien tiene riesgo genético entra en juego al momento de decidir si la persona enferma tomará uno de los nuevos medicamentos que ralentizan la enfermedad. "Si eres portador de una copia del APOE4, tienes un riesgo algo más elevado de sufrir efectos secundarios", dice Bernick, "y si tienes dos copias, ese riesgo es aún mayor".

Cómo fortalecer tu reserva cognitiva

Independientemente de si alguien siente que sus habilidades cognitivas han comenzado a disminuir, generalmente hay una oportunidad para mantener el nivel actual de funcionamiento mental, dice Holland. "La gran idea detrás de muchas de las intervenciones, especialmente esos factores de estilo de vida, es prevenir el inicio del deterioro cognitivo desde el principio", dice. "Y si alguien tiene..., digamos, un deterioro cognitivo leve, queremos detenerlo en ese punto y evitar que avance".

Todavía no se sabe si las habilidades cognitivas perdidas pueden recuperarse, dice Holland. "Ahora sabemos que existe la neuroplasticidad, que es la capacidad de crear nuevas vías neuronales para recuperar potencialmente esa funcionalidad".

Cómo evitar la demencia

Parte del motivo por el que el deterioro cognitivo no es inevitable es la buena noticia de que casi el 50% de los casos de demencia podrían prevenirse o retrasarse abordando 14 factores de riesgo. Según un nuevo informe publicado en The Lancet, es posible optimizar la función cerebral (en inglés) haciendo cosas como mantenerse activo, tratar la depresión, mejorar la presión arterial y el colesterol elevados, controlar la diabetes, limitar el consumo de alcohol y dejar de fumar; y cuanto antes se realicen esos cambios, mayor será la posibilidad de reducir el riesgo.

En particular, las intervenciones con varios componentes muestran un potencial significativo. Un estudio pionero (en inglés) de adultos mayores en Finlandia descubrió que aquellos asignados a un programa que incluía una combinación de tácticas —ejercicio físico, dieta saludable (muchas frutas y verduras, cereales integrales, aceite de oliva, proteínas magras), estimulación cerebral (como aprender un idioma nuevo) y control de factores de riesgo (como presión arterial o colesterol elevados)— mejoraron o mantuvieron su funcionamiento cognitivo. Aquellos que solo recibieron educación sobre la salud no lo hicieron.

Otras investigaciones indican que la actividad física regular (en inglés), como caminar a paso ligero, puede aumentar el volumen del cerebro (que se encoge con la edad), mejorar la velocidad de procesamiento cerebral y promover la producción de una sustancia llamada BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), que es como un fertilizante para el cerebro, dice Fillit. En personas saludables, "los tipos de intervención preventiva que abordan la gestión del estilo de vida pueden modificar realmente el curso de lo que en la actualidad se considera envejecimiento cognitivo normal", dice.

Incluso en personas con mayor riesgo genético, los cambios en el estilo de vida pueden "al menos modificar la aparición de los síntomas", dice Bernick. La clave de estas estrategias es comenzar ahora. "Lo ideal es intervenir lo antes posible", dice Holland.

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