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¿Qué es la ELA?

Esta enfermedad neurodegenerativa ha estado recibiendo atención muy necesaria por parte de la investigación.


spinner image Foto montaje donde se ve una persona en silla de ruedas eléctrica y unas personas que se lanzan un cubo de agua fría por encima
AARP (FuentE: ALAMY STOCK PHOTO (2), GETTY IMAGES)

¿Recuerdas el reto del cubo de hielo (Ice Bucket Challenge)? Han pasado 10 años desde que las redes sociales se saturaron con videos de personas que se dejaban verter grandes cubos de agua helada sobre la cabeza para recaudar fondos para la investigación de la ELA.

Más de 17 millones de personas aceptaron el reto en el 2014 para acelerar la investigación sobre la esclerosis lateral amiotrófica, o ELA, ayudando a recaudar $115 millones para la ALS Association. La recaudación viral de fondos casi duplicó la financiación anual de la investigación de la asociación, lo que amplió el apoyo a más de 500 proyectos de investigación en todo el mundo.

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La ELA es una enfermedad progresiva que no tiene cura. También es poco común: la padecen unas 30,000 personas en Estados Unidos. Las enfermedades que afectan a tan pocas personas rara vez reciben tanta atención pública ni tanto dinero. El reto del cubo de hielo "llamó mucho la atención sobre una enfermedad rara y sobre las lagunas que existían", dice Kuldip Dave, vicepresidente sénior de investigación de la ALS Association. "Puso de relieve una enfermedad que, francamente, era desconocida".

¿Qué se sabe de la ELA? ¿Ha cambiado algo el reto del cubo de hielo?

¿Qué es la ELA?

Es posible que conozcas la ELA como la enfermedad de Lou Gehrig, llamada así por el jugador de primera base de los New York Yankees, que se retiró tras padecer la enfermedad en 1939, a la edad de 36 años.

En la ELA, las células nerviosas del cerebro y la médula espinal que controlan el movimiento muscular y la respiración se deterioran y mueren. Esas células, llamadas motoneuronas, ya no pueden enviar mensajes entre el cerebro y los músculos, por lo que estos se debilitan, empiezan a contraerse y a consumirse, o se atrofian. Con el tiempo, el cerebro no puede controlar los movimientos musculares voluntarios, como caminar, hablar, masticar y, eventualmente, respirar.

"Estas motoneuronas empiezan a morir lentamente. Por eso te debilitas poco a poco. No ocurre de repente, como en una lesión aguda. Pero ¿por qué empiezan a morir estas células? Sinceramente, no lo entendemos del todo", dice el Dr. Jeffrey Rothstein, director del Robert Packard Center for ALS Research en Johns Hopkins Medicine.

¿Cuáles son los síntomas de la ELA?

Síntomas de la ELA

  • Debilidad, atrofia muscular, espasmos o calambres en los músculos de los brazos o las piernas
  • Dificultad para hablar, masticar o tragar
  • Dificultad para caminar o realizar actividades cotidianas
  • Tropiezos, caídas o movimientos torpes relacionados con las manos o los pies
  • Reír, llorar o bostezar en momentos inadecuados

Los primeros síntomas más frecuentes son debilidad en un brazo o una pierna, dificultad para tragar o dificultad para hablar. La debilidad puede ir precedida de espasmos o calambres en los brazos, hombros, piernas o incluso la lengua. Pero estos no son los únicos síntomas tempranos posibles. La forma en que la ELA aparece por primera vez varía mucho de una persona a otra.

"En algunas personas, puede que durante años solo se les debiliten los brazos antes de que se debiliten las piernas", dice Rothstein. En otras, dice, los músculos que se usan para respirar, masticar y hablar se dañan desde el principio, y los brazos se ven afectados muy lentamente.

La ELA no suele afectar los sentidos, como el gusto, el olfato, el tacto y el oído. Las personas con ELA suelen seguir siendo capaces de razonar, recordar y comprender, lo que significa que son conscientes de la pérdida progresiva de funciones. Con menor frecuencia, las personas con ELA experimentan cambios en su comportamiento o en su forma de pensar o actuar. Esto ocurre en cierto grado en aproximadamente la mitad de las personas con ELA, según los criterios diagnósticos más recientes (en inglés) de la enfermedad. A menudo estos cambios son leves. Aproximadamente entre el 8 y el 9% de las personas que experimentan estos cambios cognitivos padecerán demencia y ya no podrán tomar decisiones sobre su cuidado.

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¿Quién padece la ELA?

Se calcula que cada año se diagnostica con la ELA a unas 5,000 personas en Estados Unidos. Aunque no está claro qué causa la ELA, ciertas personas pueden ser más propensas a padecerla.

Una pequeña proporción de las personas que padecen ELA —aproximadamente una de cada diez— nacieron con una mutación genética causante de la enfermedad. Sus hijos tienen una probabilidad del 50% de tener también esta mutación. En la mayoría de los casos, basta con heredar el gen de uno de los progenitores para que una persona padezca lo que se denomina ELA familiar o genética.

Entre el 25 y el 40% de las personas con ELA familiar tienen defectos en un gen llamado C9orf72. Otro 12 al 20% de los casos de ELA familiar se deben a un defecto en un gen denominado SOD1. Las personas que tienen C9orf72, la mutación genética hereditaria más común para la ELA, pueden tener un mayor riesgo de padecer una forma de demencia llamada demencia frontotemporal (DFT). La misma mutación genética en una familia puede causar la ELA, DFT o ambas. "Puedes tener una hermana con ELA y un hermano con DFT", afirma Rothstein. "No pensamos en la ELA como una enfermedad demencial, pero a veces se puede padecer una demencia muy grave con ella, que suele deberse a esa mutación genética".

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La gran mayoría de las personas con ELA (9 de cada 10) no heredaron un gen de un miembro de la familia y no tienen antecedentes familiares de la enfermedad. Tienen lo que se llama ELA esporádica. La edad y, hasta cierto punto, el sexo son los únicos factores de riesgo conocidos de ELA esporádica. La edad en la que se diagnostica con mayor frecuencia la enfermedad es entre los 50 y 70 años. La ELA familiar puede desarrollarse mucho antes, alrededor de los 45 años o menos.

Antes de los 65 años, la ELA es un poco más común en hombres que en mujeres. Después de los 70 años, las tasas son las mismas para ambos sexos.

Aparte de estos factores de riesgo conocidos, los fumadores pueden tener más probabilidades de desarrollar ELA, al igual que las personas que han estado expuestas a toxinas ambientales, como el plomo o ciertas sustancias químicas, sugiere una investigación. Por alguna razón, tal vez debido a la exposición a sustancias tóxicas, las personas que han servido en el ejército parecen estar en mayor riesgo.

¿Existe tratamiento para la ELA?

Medicamentos para la ELA

Los tratamientos disponibles para la ELA no revierten el daño ni proporcionan una cura. Pueden ralentizar la progresión de la enfermedad, prolongar la supervivencia y mejorar la calidad de vida.

  • Qalsody (tofersen): se administra mediante inyección medular en el 1 o 2% de los pacientes de ELA que tienen una mutación en el gen SOD1. Puede disminuir el daño neuronal.
  • Radicava (edaravona): antioxidante administrado por vía oral o intravenosa que puede ralentizar el deterioro funcional.
  • Rilutek (riluzol): medicamento oral que puede reducir el daño a las neuronas motoras reduciendo los niveles de glutamato, un mensajero químico entre las células nerviosas. En ensayos clínicos, el riluzol prolongó en unos meses la supervivencia de las personas con ELA. Está disponible en forma de líquido espesado (Tiglutik) o como tableta que se derrite en la lengua (Exservan).
  • Nuedexta: medicamento oral que trata los ataques involuntarios de llanto o risa en personas con ELA y otros trastornos neurológicos.

Fuentes: Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares y ALS Association (enlaces en inglés)

La ELA no tiene cura. Las personas que la padecen eventualmente mueren a causa de esta enfermedad. Tres medicamentos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. pueden ralentizar la progresión de la enfermedad. Se utilizan medicamentos adicionales para tratar los síntomas y prevenir las complicaciones con el fin de que los pacientes se sientan cómodos y vivan lo mejor posible con la ELA.

Kuldip Dave, de la ALS Foundation, recomienda a los pacientes recibir tratamiento en una clínica multidisciplinaria "para que interactúen con un equipo de profesionales de salud, no solo un neurólogo o especialista en ELA, sino también un fisioterapeuta, un neumólogo, un terapeuta respiratorio y un enfermero coordinador". Logopedas, dietistas y trabajadores sociales también pueden formar parte del equipo. "Múltiples publicaciones demuestran que las personas con ELA [que acuden] a una clínica multidisciplinaria tienen al menos una supervivencia de 10 a 18 meses mayor", dice.

¿Qué puedes esperar de la ELA?

La ELA acaba debilitando los músculos que se utilizan para la movilidad, la respiración, el habla y la deglución. Es posible que necesites tecnología, dispositivos y, en última instancia, atención profesional para ayudarte con cada uno de estos aspectos. Para algunas personas, la ELA puede progresar hasta este punto muy rápidamente, y para otras puede llevar años. Por lo general, los médicos no podrán decirte con qué rapidez progresará la enfermedad.

Independientemente de lo rápida o lenta que sea, la ELA progresa con el tiempo. Eventualmente, las personas que padecen esta enfermedad necesitan más cuidados de los que puede proporcionarles un cónyuge o un hijo adulto por sí solo. "Los cuidadores a domicilio son muy comunes para los pacientes de ELA en algún momento del curso de la enfermedad y, por supuesto, puede haber cuidados paliativos al final", dice Rothstein.

Existen diversos dispositivos de asistencia para ayudar a las personas con ELA a moverse por su casa, hablar, respirar y realizar otras tareas de la vida diaria a medida que la enfermedad avanza. La tecnología asistencial también es un área de investigación activa de la ELA para aportar herramientas más eficaces a los pacientes.

Aunque los fármacos disponibles actualmente pueden ralentizar el avance de la ELA unos meses, no la curan, detienen ni revierten los daños. Pero la comprensión científica de la ELA —ampliada en parte por el reto del cubo de hielo— ha avanzado en los últimos años.

Por un lado, los investigadores han logrado algunos avances en el tratamiento de la ELA familiar. Se conocen unos 40 genes causantes de la ELA genética. En el 2023, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó Qalsody (tofersen), el primer fármaco dirigido a uno de esos genes, el SOD1, que se cree que está mutado en entre el 1 y el 2% de las personas con ELA.

En un ensayo clínico, cuando las personas con ELA por mutaciones en el SOD1 recibieron inyecciones intraespinales de Qalsody (tres dosis de impregnación cada dos semanas seguidas de cinco dosis mensuales de mantenimiento), los niveles de una proteína llamada neurofilamento ligero (NfL) que está elevada en las personas con ELA empezaron a descender. El fármaco recibió la aprobación acelerada debido a la necesidad de terapias eficaces, y la reducción de la NfL se considera un factor predictivo del beneficio para el paciente. Los investigadores seguirán estudiando el fármaco para ver si realmente tiene algún efecto sobre la evolución y los síntomas de la enfermedad.

"Lo importante es que fueron capaces de desarrollar una terapia que se dirigía directamente a ese gen y lo reparaba", dice Dave. Es optimista en cuanto a la posibilidad de utilizar el mismo método para silenciar los efectos de otros genes alterados en la ELA: "Ahora tenemos la fórmula para hacerlo con los otros 39 genes".

La NfL es el centro de otras investigaciones sobre la ELA, más allá de las personas con ELA familiar. Los investigadores están cada vez más cerca de comprender cómo utilizar esta proteína como biomarcador sanguíneo de la enfermedad en todos los pacientes. Esto podría conducir a una detección más temprana y, potencialmente, a fármacos dirigidos directamente a la proteína como forma de detener la enfermedad.

Los últimos 10 años de apoyo adicional a la investigación de la ELA han dado lugar a una diversidad de investigaciones mayor que nunca. Más de 35 ensayos clínicos están reclutando pacientes en Estados Unidos que padecen la ELA para probar nuevas terapias. Se están llevando a cabo trabajos prometedores en las siguientes áreas:

  • Readaptación de medicamentos antiinflamatorios. Se sabe que la inflamación forma la base de las enfermedades neurodegenerativas, como la ELA. Cada vez son más las empresas farmacéuticas que se interesan por la ELA y prueban el efecto de los antiinflamatorios existentes en personas con esta enfermedad.
  • Corrección de defectos en la TDP-43. Esta proteína del núcleo de las células del sistema nervioso central desempeña una función crucial en su funcionamiento. Pero en la ELA, un defecto específico sitúa a la TDP-43 fuera del núcleo de las neuronas motoras. Los investigadores están probando un fármaco que devuelve la proteína a su lugar, y ahora se encuentran en los primeros días del desarrollo de tratamientos para la ELA basados en este concepto.
  • Uso de interfaces cerebro-computadora. Un dispositivo implantable en el cerebro permitiría a las personas con ELA usar sus pensamientos para controlar computadoras, equipos y dispositivos como sillas de ruedas, y asistencia respiratoria y del habla.

"Para una enfermedad poco común como la ELA, tener tantas oportunidades es algo positivo", dice Dave. "No sabemos de dónde vendrá nuestro próximo avance. El hecho de que tengamos múltiples formas de lidiar con esta enfermedad es realmente emocionante".

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