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¿Te están haciendo engordar tus amigos?

Los amigos pueden influir mucho en cuánto comes y cuánto ejercicio haces.


spinner image Varias personas comparten una pizza
HRAUN/E+/GETTY IMAGES

Es algo personal. Esto es lo que la mayoría de nosotros suponemos cuando pensamos en el peso. ¡Ay, ojalá no me hubiera comido esa fritura esta mañana! ¿Por qué no le pedí al mesero que no trajera pan durante el almuerzo? ¿Por qué no salí a caminar durante mi hora de almuerzo? Sin embargo, resulta que lo que pesas no solo tiene que ver contigo; también incluye a tus amigos, tus familiares y tus compañeros de trabajo.

En un estudio muy conocido del 2007 (en inglés) realizado por Nicholas Christakis —quien en ese entonces estaba en Harvard University— y James Fowler de University of Pennsylvania, se descubrió que si tienes un amigo cercano que es obeso, tus probabilidades de también ganar demasiado peso aumentan en un 57%, y si tu pareja es obesa, tus probabilidades son de un 37%. Si bien estos resultados sorprendentes pueden deberse a razones complejas, cada vez más investigaciones demuestran una relación estrecha entre los amigos y el peso.

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En un estudio más reciente, se demostró que nuestros amigos influyen en nuestros hábitos alimentarios no solo cuando estamos juntos, sino también cuando no lo estamos. Traci Mann, fundadora del Laboratorio de salud y alimentación de University of Minnesota, explicó así el experimento: los investigadores reunieron a tres amigos en un salón y les llevaron una bandeja de galletas con trocitos de chocolate que estaban recién horneadas. A dos de los participantes les pidieron por adelantado que no comieran las galletas. ¿Qué hizo el tercer amigo? Lo mismo. Pero hubo un giro interesante. Después, cuando los amigos estuvieron en tres salones distintos, cada uno con un plato de galletas, el tercero siguió resistiendo la tentación de comerlas. ¿Cómo explica Mann esta imitación del autocontrol? “La gente se ajusta a los grupos y aprende sus hábitos de los demás”.

“Por lo general, cada uno busca a otros que se le parezcan”, dice Angela Murad, dietista de bienestar en el Programa de Vida Saludable de Mayo Clinic. “Y nos dimos cuenta de que a nuestros pacientes les resulta difícil participar en actividades sociales que incluyen comida”. Según ella, esto se debe en parte a que, por lo general, cuando salimos a comer no somos activos y las comidas a menudo incluyen alcohol, que contiene muchas calorías y hace que no estemos tan conscientes de las cantidades que consumimos.

Cuando de perder peso se trata, los amigos con quienes andas siguen teniendo una influencia decisiva. Según un estudio del 2016 de un investigador de Baylor University, las personas más gruesas tuvieron más probabilidades de perder peso cuando su círculo social incluía a amigos más delgados.

Es decir, los malos hábitos pueden ser contagiosos, pero también lo pueden ser los buenos hábitos. A continuación, algunas maneras de sacarle provecho a esto.

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Prepárate para las comidas con amigos, familiares y colegas

“Hay que prepararse para el éxito; por eso, lo principal que les aconsejamos a quienes intentan perder peso es planificar por adelantado”, afirma Staci Lupberger, gerente de programas de bienestar y pérdida de peso en el Centro de Salud y Bienestar Anschutz de University of Colorado. “Imagínate cómo será el menú o la mesa de bufé y las opciones que escogerás. Hasta puedes mirar el menú en internet por anticipado para que ya tengas una idea de lo que vas a pedir”. ¿Pero qué sucede si te sientes presionado a comer como lo hacen quienes te rodean? “En muchos de nuestros programas, enseñamos a comunicarse con firmeza —a hablar por uno mismo— y las formas de poner en práctica esos hábitos”, explica Lupberger. “Si es una situación familiar (por ejemplo, si tus suegros cocinan muy bien y podrían ofenderse si no comes su comida), sé agradable, agradéceles, pero di que preferirías ceñirte a las opciones más saludables. Cuando alguien empieza a sentirse mejor y a perder peso, eso lo ayuda a manejar mejor estas situaciones”.

Únete a una red social que promueva hacer ejercicio y comer bien (o crea una)

Podría ser un grupo del sitio web Meetup que haga caminatas tres veces por semana o un programa de alimentación saludable organizado por un hospital local o por WW (el nuevo nombre de Weight Watchers). “Muchos grupos de apoyo están disponibles en línea” —dice la Dra. Malissa Wood, codirectora del Programa Corrigan de salud del corazón para mujeres en Massachusetts General Hospital y coautora de Thinfluence—, “y es mucho más fácil lograr algo cuando tienes apoyo que cuando lo haces solo”.

Además de recalcar que las maneras saludables o poco saludables de comer son contagiosas, numerosos estudios han reconocido los beneficios del ejercicio en grupo. En un estudio universitario del 2018, se descubrió que los adultos con buena salud física que caminaban con un grupo eran más propensos a continuar con esa actividad que quienes caminaban solos. Es más, en un estudio del 2017 publicado en la revista Journal of the American Osteopathic Association (en inglés) se demostró que la salud física y emocional de quienes se ejercitaban con un grupo mejoró más que la de quienes hacían ejercicio solos. Y por lo visto, la edad de tus compañeros también es importante. De hecho, en un estudio (en inglés) del año pasado de University of British Columbia se descubrió que los adultos mayores tienen más probabilidades de seguir con un programa de ejercicio si participan junto a personas de más o menos su misma edad (al parecer, no importaba si eran o no del mismo sexo).

Busca otras actividades —o amigos distintos—

“Si descubres que con ciertos amigos siempre sales a comer”, aconseja Murad, “ejerce tu influencia y sugiere otras maneras de socializar en vez de ir a un restaurante”. Podría ser visitar un museo, asistir a un concierto o caminar por el parque. Si quieres pasar tiempo sentados juntos, sugiere ir a tomar un té o un café en vez de ir a comer. También podría convenirte hacer nuevas amistades o, como dice Lupberger, “cambiar tu sistema de apoyo a personas que también desean ser activas físicamente y comer de manera saludable”.

No dudes en llevar tu propia comida

“Lo típico en la mayoría de las oficinas son los refrigerios ricos en carbohidratos, azúcar simple y grasa; por eso, recomendamos que la gente lleve al trabajo frutas, refrigerios preparados con harina integral y otras opciones más saludables, y que marque cierta pauta”, dice Lupberger. Además, si por ejemplo vas a la casa de un amigo para un juego de fútbol americano, ofrece llevar opciones más saludables como verduras y humus, sugiere Murad, y limítate a porciones más pequeñas de los alimentos no demasiado nutritivos.

Come con más atención

Wood aconseja “cambiar parte de la dinámica” de comer: “¿Has oído hablar de la paradoja francesa? Los franceses comen queso y beben vino, pero ¿adivina qué más hacen? Comen con atención plena. En Estados Unidos, todo el mundo anda apurado. Así que apaga los teléfonos, no comas mientras navegas por internet ni cuando estás sentado frente al televisor, y haz de las comidas un momento especial”. Para aplicar esta idea a las reuniones en las que sirves comida, prueba invitar solo a unos pocos amigos, servir porciones más pequeñas y saludables y simplemente dejar que la conversación siga su curso.

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