Vida Sana
| ¿Por qué será que cuando el estrés se acumula —al igual que la ropa sucia, los problemas con las computadoras o las preocupaciones por la larga pandemia— parece que siempre tenemos ansias de comer brownies y nunca brócoli?
Si tú también has llegado al punto en donde las comidas con alto contenido de carbohidratos se han convertido en tu dieta normal, existen maneras de entender lo que está pasando (puedes también echarle la culpa a tu organismo, el cual provoca el deseo de comer por ansiedad) y tomar decisiones más conscientes para que esa actitud hacia la comida no perjudique tu salud a largo plazo.
¡ÚLTIMA OPORTUNIDAD! - Únete a AARP a precios del 2024; las tarifas aumentan en el 2025.
Obtén acceso inmediato a productos exclusivos para socios y cientos de descuentos, una segunda membresía gratis y una suscripción a AARP The Magazine.
Únete a AARP
¿Por qué queremos galletas?
Según encuestas que se realizaron hace poco, dos tercios de las personas del país dicen que están consumiendo una mayor cantidad de comidas reconfortantes, como pizza, helado y papas fritas, desde que comenzó la pandemia de coronavirus. De niños, la mayoría de nosotros aprendimos a asociar las comidas con un alto contenido calórico con el consuelo; nos daban una galleta para apaciguar el dolor por un raspón en la rodilla o un helado después que nos pusieron una vacuna en el consultorio. A lo largo de los años, las fiestas de cumpleaños, las bodas y otras celebraciones afianzaron aún más la conexión que hacemos entre ciertas comidas y el placer, dice Susan Albers, psicóloga clínica y experta en alimentación emocional en Cleveland Clinic. “La idea de que la comida reconfortante es gratificante está arraigada en nuestra cultura y en nuestro cerebro; por lo tanto, no es de extrañar que la busquemos como una manera de consolarnos cuando estamos estresados”, señala.
También te puede interesar