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Mi forma secreta de lidiar con las enfermedades crónicas

Es posible que tu enfermedad dure toda la vida, pero esta es una manera de lidiar con ella.


spinner image Una mano que sostiene varias cucharas
PAUL SPELLA

Para mí, manejar las actividades cotidianas es una gran labor debido a mis enfermedades crónicas.

Todos los días siento fatiga y dolores abrumadores. Algunos días, lucho contra infecciones bacterianas o un malestar estomacal debido a mis enfermedades: la inmunodeficiencia común variable (CVID)la enfermedad de Crohn (enlaces en inglés) y la artritis.

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Cada 21 días, recibo infusiones de plasma para reponer mis anticuerpos. Tomo abundantes cantidades de antibióticos, analgésicos y pastillas para calmar el tracto digestivo.

Es extremadamente difícil explicar cómo es mi vida a familiares y amigos. A veces, debo hacer menos un día porque sé que el día siguiente estaré más ocupada y tendré más actividades por hacer.

En esas ocasiones, uso la teoría de las cucharas.

Una noche en el 2003, cuando Christine Miserandino era estudiante universitaria, estaba con su compañera de cuarto en una cena cuando tomó su medicamento para el lupus. Como yo, Miserandino es una de cada seis personas en Estados Unidos (en inglés) que viven con una enfermedad crónica.

La excompañera de habitación y mejor amiga de Miserandino preguntó cómo era vivir con lupus.

spinner image Una familia multigeneracional disfruta de una barbacoa y actividades al aire libre

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“Ella me acompañó a los médicos, me vio caminar con un bastón y vomitar en el baño”, escribió Miserandino en su blog, “But You Don’t Look Sick” (en inglés). “Ella me había visto llorar del dolor; ¿qué más debía saber?”

Miserandino hizo todo lo posible para explicarle a su amiga lo frustrante y agotador que era tratar de mantenerse al día con sus compañeros mientras luchaba con su enfermedad.

Fue entonces cuando se le ocurrió la teoría de las cucharas (en inglés).

Agarrando cucharas de mesas cercanas, Miserandino explicó que cada cuchara representa una cantidad de energía para cada tarea diaria. Cada cuchara ayuda a una persona a presupuestar la cantidad de energía que puede gastar en un día. Estos son algunos ejemplos de mi hoja de gastos:

Ducharme = 1 cuchara

Secarme el cabello = 1 cuchara

Ponerme maquillaje = 1 cuchara

La mayoría de las personas no pensarían mucho de estas actividades aparentemente simples. Para mí, son lujos.

Una vez que uso una cuchara, no puedo volver a usarla. A veces, debo acostarme después de usar solo tres cucharas y descansar hasta que puedo usar otra.

¿Las infusiones que mencioné anteriormente? Comienzan alrededor de las 8:00 a.m. a la 1:00 p.m., no me quedan más cucharas.

Malea Wilson, quien vive fuera de Chicago, también tiene CVID. Sufre del síndrome de Ehlers-Danlos y del síndrome de taquicardia postural ortostática (POTS). La primera enfermedad la deja con dolor y debilidad muscular, ligamentos rotos y trastornos. La segunda enfermedad le causa latidos cardíacos irregulares, mareos e hipotensión.

“Es probable que me disloque las articulaciones caminando, dando vueltas en la cama o tosiendo”, dijo Wilson, una maestra de inglés. “Cuando pienso que estoy estable, algo pasa”.

Wilson dijo que cada día usa tantas cucharas, que se queda prácticamente vacía para el fin de semana, lo que la hace “estrellarse”.

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Wilson y yo debemos hacer concesiones para poder superar todos los días. Ambas les pagamos a una persona para que venga y limpie nuestros hogares. Usamos un servicio de entrega de comestibles y a veces pedimos comida para llevar porque estamos demasiado cansadas para cocinar.

Es crucial presupuestar nuestra energía usando las cucharas cuidadosamente durante todo el día. Podemos pedir prestado de las cucharas de mañana, pero ese podría ser el día en que tengamos una infección, como explicó Miserandino.

Nadie quiere quedarse sin cucharas porque nunca sabemos cuándo necesitaremos una.

La teoría de las cucharas me ayuda a priorizar las tareas, establecer límites y decir que no cuando es necesario. También me ayuda a sobrellevar la incertidumbre y la variabilidad de nuestras enfermedades, ya que quizás me despierte algunos días con menos cucharas que otros.

La teoría de las cucharas también puede ser una herramienta para la autocompasión y la aceptación, ya que les recuerda a las personas con enfermedades crónicas que no son perezosas o débiles, sino que tienen una capacidad diferente a las demás. La teoría de las cucharas ha adquirido una vida propia desde la charla de Miserandino con su amiga. Ahora se cita ampliamente en la comunidad médica.

Nuestras enfermedades están aquí para toda la vida. Como escribió Miserandino, “nunca podré olvidar que tengo lupus”, pero su teoría de las cucharas me permite enfrentar desafíos diarios y llevar una vida más plena.

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