Vida Sana
| Cada año, cientos de miles de estudiantes mayores de 50 años regresan a estudiar. Obtienen títulos para cambiar de carrera, avanzar en la que comenzaron hace varios años o explorar pasiones que tenían desde hace mucho tiempo.
Caryl Gobel tenía un poco más de 50 años y trabajaba en un casino de Las Vegas tomando apuestas cuando decidió regresar a estudiar para hacer una maestría en trabajo social. Ahora, a los 69 años, trabaja con veteranos con discapacidades y sin hogar en el Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos en Phoenix. “Tengo un trabajo que paga mejor y que realmente disfruto”, afirma.
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Sheelah Brown tenía 64 años cuando recibió su doctorado en educación. Su salario aumentó y tuvo la satisfacción de contribuir con investigaciones importantes en el campo de la enseñanza de lectura correctiva. Ahora tiene 83 años y anunció recientemente que se jubilará de su cargo como subdirectora.
Algunas veces la recompensa es más personal que financiera. Gail Markland, de 52 años, peluquera de Chapel Hill, Carolina del Norte, recibió su título universitario en el 2015. Tiene la opción de dedicarse a la docencia, pero por ahora su diploma está colgado en una de las paredes de su salón de belleza, lo que le da confianza y orgullo.
Por supuesto, regresar a estudiar suele conllevar riesgo económico. No hay garantía de que un título aumente lo suficientemente el salario como para justificar el gasto. Si estás considerando hacerlo, debes hacerte estas seis preguntas.
1. ¿El campo que deseas estudiar tiene un mercado laboral dinámico con muchas vacantes bien remuneradas?
No querrás sorprendente con escasez de trabajo o salarios más bajos de lo esperado, advierte Barbara Vacarr, directora de la iniciativa de educación superior de Encore.org, una organización sin fines de lucro dedicada a ocupar a adultos mayores en trabajos satisfactorios.
Esto fue lo que le sucedió a Mary Donahue, de 54 años, una trabajadora social de Washington. Después de su despido como asistente administrativa a principios de la década del 2000, regresó a estudiar para obtener un título universitario en educación para la primera infancia y luego una maestría en trabajo social. En su consultorio privado de psicoterapia, actualmente gana alrededor de $60,000 al año (dice que es menos de lo que probablemente ganaría si hubiera continuado como asistente administrativa). También debe $120,000 en préstamos estudiantiles.
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