Vida Sana
El otoño es una época mágica. Cuando las temperaturas se vuelven más frescas y las hojas de los árboles comienzan a cambiar de color, es fácil sentirse motivado para salir al mundo y ser testigo del cambio de estación. Aquí, cuatro escritores especializados en turismo describen sus viajes por carretera favoritos para hacer en otoño. Comienza ya a planear tu aventura otoñal.
Sendero de los derechos civiles, desde Birmingham hasta Montgomery
Cuando mi hijo Cameron cumplió 13 años, en el 2018, lo llevé a Alabama. En sus pantallas aparecían citas de Martin Luther King Jr. en ciertos momentos clave del año, pero Cameron no tenía una comprensión real de la magnitud de la era de los derechos civiles. Me preocupaba que estuviéramos perdiendo algo, de modo que cuando se presentó la oportunidad de visitar el estado, lo llevé en un viaje en auto a través de Birmingham y Montgomery.
Era el momento perfecto. Se acababa de inaugurar el sendero de los derechos civiles en Estados Unidos (en inglés), que actualmente incluye más de 100 sitios a lo largo de 15 estados y el Distrito de Columbia. La cuarta parte de ellos están en Alabama. Nuestro viaje de Huntsville a Montgomery fue muy fácil.
Como integrante de una familia negra, la violenta historia racial de Estados Unidos no era una novedad para mí, pero fue reconfortante ver que, además de casas y camiones con las banderas de la Confederación, había autos con calcomanías que demandaban la protección de los derechos civiles. Cameron no prestó mucha atención a la mayoría de esas cosas. Con total control de la lista de música del viaje, permaneció firmemente concentrado en lo que sucedía dentro del auto. Yo sentí envidia por su inocencia. Pero esa inocencia se interrumpió en Birmingham.
Barry McNealy, del Birmingham Civil Rights Institute, nos guio en un recorrido de la iglesia bautista de la calle 16 y nos contó la historia de las cuatro estudiantes —Addie Mae Collins, Cynthia Wesley, Carole Robertson y Denise McNair— que murieron por una bomba del Ku Klux Klan mientras se preparaban para la escuela dominical el 15 de septiembre de 1963. En el momento de morir tenían aproximadamente la edad de Cameron, un dato que nos golpeó fuerte a los dos. Al otro lado de la calle, en el parque Kelly Ingram, vimos esculturas y monumentos creados para ayudar a los visitantes a comprender y no olvidar el impacto y el sacrificio de los jóvenes durante el movimiento. La larga historia de jóvenes activistas cambiando el mundo no pasó desapercibida para mi hijo, quien en los años siguientes se convertiría también en activista. Cameron aún señala ese día con McNealy como su favorito en todo el tiempo que pasamos juntos.
El aprendizaje continuó en Montgomery y generó una mezcla de emociones. Admiramos el púlpito de King en la iglesia bautista Dexter Avenue Baptist Church y visitamos la casa donde vivió con su familia desde 1954 hasta 1960. Exploramos el museo de Rosa Parks (en inglés), que se encuentra en el mismo lugar en el que fue arrestada por negarse a ceder su asiento, y nos maravillamos de su fortaleza.
Tal vez el momento más emotivo del viaje fue en una de las últimas paradas: la visita al Monumento Nacional por la Paz y la Justicia. Allí, a medida que caminas, 800 columnas de 6 pies de alto van aumentando la distancia desde el suelo. Para cuando llegas a la mitad del monumento por las víctimas de linchamientos, los pilares cuelgan sobre ti. La imagen de mi pequeño hijo caminando debajo de esos pilares colgantes me persigue hasta ahora.
Ese hijo mío, perpetuamente feliz y de brazos activos y sonrisa luminosa, me hizo preguntas en ese viaje que yo no pude responder. Agradecí las paradas para cenas deliciosas, un museo del espacio (enlaces en inglés) y jardines poblados de mariposas a lo largo del estado, que nos dieron el espacio para discutir y analizar todo lo que estábamos viendo. Agradecí también que habíamos elegido una introducción pequeña para esta experiencia tan intensa.
Este año se cumplen 60 años de la campaña de Birmingham por los derechos civiles. Cameron cumple 19 en el otoño, y creo que es el momento perfecto de continuar el viaje.
Heather Greenwood Davis es una escritora y personalidad televisiva especializada en viajes. Reside en Toronto.
Desde Bend hasta el Parque Nacional del Lago del Cráter, Oregón
Bend, Oregón, está situada a ambos lados del río Deschutes en el desierto alto, con la sombra de la cordillera de las Cascadas al oeste y la orilla norte de la Gran Cuenca al este. La primera vez que pasé por Bend fue a fines de la década de 1980. La localidad leñera sirvió como mi último bastión de civilización —es decir, cerveza decente— antes de emprender un viaje para estudiar aves migratorias en el Refugio Nacional de Vida Silvestre Malheur (en inglés), 162 millas hacia el este. Mudarme a Bend fue una idea que nunca se me cruzó por la cabeza. Adelantando rápido 35 años, eso es lo único en que pienso cada vez que voy de visita.
No se trata solo de la cerveza decente, que ahora es mucho más que decente y se sirve del barril en más de 30 cervecerías en toda la ciudad. Se trata de la cantidad innumerable de actividades recreativas al aire libre que están disponibles en los alrededores.
Generalmente, cuando estoy allí hago la “trifecta de Bend”: recorrida en bicicleta por sendero de grava para pescar con mosca cerca de Lava Island Falls en el río Deschutes después de una ronda de golf en el campo Tetherow. Pero un día decidí cambiar e ir en auto hasta el Parque Nacional del Lago del Cráter.
La carretera 97 ofrece la ruta más directa hacia el lago, pero me tomé mi tiempo (lo cual agregó unas cuatro horas) para explorar la ruta panorámica Cascade Lakes National Scenic Byway (Forest Route 46), de 66 millas, desde Bend hasta Crescent. La ruta serpentea entre lagos, picos de la cordillera de las Cascadas y praderas cubiertas de ásteres Douglas perennes y otras flores silvestres estacionales. Desde Crescent, sigo la carretera 97 por 43 millas hasta el parque nacional.
El lago del Cráter es el lago más profundo de Estados Unidos, aproximadamente 1,943 pies. La caldera, parcialmente llena, se formó hace 7,700 años, cuando se produjo la implosión del monte Mazama. Rodeado de picos montañosos, muchos con la cima cubierta de nieve fresca, el lago se puede ver desde 30 puntos de observación a lo largo de la ruta Rim Drive. Es fácil pasar horas deteniéndose en miradores poco concurridos para disfrutar de distintas vistas del agua. Yo descendí a pie por el sendero Cleetwood Cove Trail (1.1 millas, nivel avanzado) hacia la costa del lago, donde pude relajarme tranquilamente en el agua azul cerúleo.
Al caer el sol, el frescor del otoño —que es absolutamente frío en Rim Drive, a 6,560 pies— me dijo que era hora de volver al Crater Lake Lodge, una gran estructura de madera que abrió en 1915. Como todos los otros albergues de los parques nacionales del oeste, es famoso por su comedor con vistas espectaculares. Pero el Crater Lake Lodge ofrece la mejor vista de todos los albergues. Mi cena de trucha arcoíris asada a la sartén se pierde de alguna manera en el agua azul zafiro que resplandece a mis pies en la brisa otoñal.
Crai S. Bower escribe e ilustra con fotografías artículos para numerosas publicaciones, entre ellas, EnRoute, AAA Journey y The Saturday Evening Post.