Vida Sana
| Muchas parejas contemporáneas mantienen con éxito sus finanzas separadas mientras ambos cónyuges trabajan y ganan dinero; incluso se ha sabido que esto ayuda a mantener la paz. ¿Pero qué sucede al jubilarse? ¿Dos ahorros separados pueden sustentar un estilo de vida compartido? ¿Qué tal si uno de esos ahorros se agota?
Separados, pero no secretos
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Muchas parejas con cuentas separadas han llegado a un acuerdo sobre cómo compartir los gastos del hogar de manera equitativa. Más allá de eso, lo que cada uno hace con su dinero es asunto personal. Esta última parte de la ecuación es lo que puede causar problemas para la planificación de la jubilación, dicen los asesores financieros.
“Separado no debería significar secreto”, dice la planificadora financiera Jean Marie Dillon de Asheville, Carolina del Norte. Ella conoce muy bien esta situación, no solo mediante su trabajo con parejas sino porque ella y su esposo mantienen su propio dinero en cuentas separadas.
El esposo de Dillon tiene hijos de un matrimonio anterior; ella no. Él es jubilado; ella no. Ellos cubren por igual la comida, hipoteca, pagos de automóvil y otros gastos que tienen en común. También comparten una lista de cosas que desean hacer antes de morir. Pero inevitablemente surgen diferencias en los gastos.
“A veces mi esposo tiene sus propios intereses y gasta dinero en esas cosas”, expresa Dillon. Por ejemplo, él es un observador de aves que viaja a lugares lejanos. “Estos son viajes caros y yo tengo que aceptar que está usando su propio dinero, de su cuenta separada”. Por supuesto, su aceptación también se debe a que ella está enterada por completo sobre las finanzas de ambos y a que calcula que su esposo no está gastando de más. “Él no nos está llevando a la pobreza”, dice ella. Lo mismo se aplica a los regalos monetarios de su esposo hacia sus hijos y nietos. “Él puede hacer lo que quiera, pero yo tengo la libertad de preguntar sobre el gasto y de esperar una respuesta honesta”, dice Dillon. “Y si yo pensara que fuera demasiado, tengo la libertad de expresarlo”.
Para hacer que el arreglo funcione durante la jubilación, Dillon dice que una revelación completa, además de un acuerdo de que cada uno estará ahí para el otro financieramente en caso de que ocurra una adversidad, son clave. “Nos sentimos bien apoyándonos uno al otro, si surgiera la necesidad”, dice Dillon. Y entre las parejas jubiladas, señala, esa situación ocurre con mucha frecuencia, generalmente debido a cuentas médicas. Especialmente para quienes no tienen ahorros de jubilación considerables, o para quienes viven “con un presupuesto precario”, a menudo todo se trata de una simple pregunta, dice Dillon: ¿Estarás ahí para mí cuando te necesite?
También es cuestión de planificación. Dillon les dice a sus clientes que si no tienen suficientes reservas individuales, incluido un seguro adecuado para algo como una situación médica catastrófica, entonces necesitan tener una “conversación más profunda”, una que incluya preguntas como estas: ¿Un cónyuge cubrirá la brecha financiera si surge la necesidad? O, ¿un cónyuge tiene suficiente para cubrir las emergencias de ambos?
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