Vida Sana
Arthur, de 75 años, el esposo de Sally Balch Hurme, tiene demencia. Cada día ella lucha por mantenerlo a salvo en un mundo repleto de amenazas digitales.
Llegan cientos de correos electrónicos al teléfono inteligente de Arthur de parte de televendedores con ofertas difíciles de resistir. Su cuenta de Facebook está llena de "amigos" de otros países; todos son desconocidos.
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"No tiene ni idea de quiénes son", dice Hurme, abogada especializada en derecho para adultos mayores y escritora. "Algunos tienen bandoleras con munición y sus armas en la mano. Es terrible".
También está Amazon, una fuente inagotable de tentaciones para comprar. Recientemente, Arthur encargó cuatro traductores de bolsillo, varios relojes y una gran cantidad de caramelos de azúcar de arce por $1,000. Aunque los artículos se pueden devolver, Hurme no sabe dónde guarda Arthur lo que ha comprado.
Muchas familias tienen inquietudes similares. Cuando aumenta el deterioro cognitivo de los adultos mayores, los dispositivos como computadoras, teléfonos inteligentes y tabletas se vuelven difíciles de usar y, en algunos casos, son problemáticos.
La mayoría de adultos de 65 años o más se conecta a internet
El surgimiento de este problema se refleja en la creciente popularidad de los dispositivos que permiten a los adultos mayores comunicarse con amigos y familiares por correo electrónico; unirse a grupos de interés en Facebook; visitarlos virtualmente a través de Skype o FaceTime; y hacer operaciones bancarias, compras, tomar cursos o leer publicaciones en internet.
Según el Pew Research Center, el 75% de los adultos de 65 años o más han utilizado internet en 2021, en comparación con el 43% en 2010. Aumentó la proporción de este grupo que tiene un teléfono inteligente del 53% al 61% en los últimos dos años. Según el Pew Center, el 12% de las personas de 65 años se caracterizan como dependientes de los dispositivos, en comparación con la tasa entre las personas de 30 a 64 años.
Algunos médicos ya se están adaptando a esta nueva realidad digital. En Johns Hopkins Medicine, Halima Amjad, una profesora adjunta de Medicina, ahora les pregunta a los pacientes mayores si usan una computadora o un teléfono inteligente y si tienen problemas, por ejemplo, se olvidan de las contraseñas o no logran entrar a sus cuentas.
"Si hay un cambio notable en la manera en que alguien usa la tecnología, procederíamos con una evaluación cognitiva más profunda", afirma.
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