Cómo adaptarse a cambios y transiciones en el cuidado de seres queridos
Consejos que ayudan al cuidador familiar a convertir desafíos en oportunidades.
Cuando asumimos el cuidado de un ser querido, ya sea en casa o en otro sitio, personalmente o a larga distancia, de tiempo completo o medio tiempo, significa que tendremos que enfrentar cambios y transiciones. Es importante cómo vemos e interpretemos los cambios en el ser querido a quien cuidamos y cómo reaccionemos ante estos, porque influyen en nuestra capacidad de dar un cuidado responsable y amoroso.
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Partamos, entonces, de la premisa que “todo cambia, nada permanece inmodificable” (Buda). Luego, apliquémosla a la persona a quienes cuidamos y a nosotros mismos. Veamos cómo puedes adaptarte mejor a los cambios y transiciones en el cuidado de un ser querido.
- Cambio de rol. Tal vez tus abuelos pasaban a buscarte a la escuela, supervisaban tus tareas escolares y preparaban tu comida. Hoy eres tú quien debe asegurarse de que ellos cenen, tomen sus medicinas a tiempo y estén bien cuidados. Los papeles han cambiado, y hoy te toca a ti cuidar de tus abuelos. ¿Se ha convertido en un desafío?, pues recuerda que has tenido retos en el pasado y los has podido superar.
- Las cosas no volverán a ser iguales. Sabemos que hay pérdidas en nuestra labor de cuidado. Tras sufrir un accidente cardiovascular (derrame cerebral), tu esposo perdió la capacidad de administrar las finanzas del hogar, de recordar eventos recientes y de controlar sus emociones. No podemos cambiar la realidad, pero podemos enfocarnos en las cosas que aún puede hacer la persona a quien amamos y disfrutar cada momento al máximo.
- Aquí y ahora. Perdemos tiempo y fuerza física y emocional cuando tratamos de mantener las cosas de la misma manera. Los cambios son una oportunidad para comenzar y redirigir energía a este momento en que puedo ser de utilidad a mi ser querido y puedo aprender cosas nuevas. Estando plenamente presente en lo que hago en mi labor de cuidado puedo encontrar humor, aprender a reconocer mis límites y crear espacios y tiempos de esparcimiento.
- Reinventémonos. Cuando en vez de preguntarnos, “¿por qué me está pasando esto a mí?” nos decimos, “¿qué puedo aprender de esto?”, ya estamos cambiando de actitud. Reinventarnos quiere decir dejar ir las cosas que detienen nuestro crecimiento personal, desprendernos de hábitos destructivos, y dejar atrás los pensamientos negativos para iniciar un proceso de autodescubrimiento en el que aprendemos a querernos más a nosotros mismos a pesar de los errores que cometemos.
- Un círculo nuevo. Con los cambios creados por la situación del cuidado de un ser querido, las pérdidas que experimentamos y los conflictos con personas cercanas a ti, se da la oportunidad de crear un círculo de bondad a tu alrededor. No vale la pena preocuparse por la negatividad de las otras personas o su incapacidad o falta de deseo de ayudarte. Cuando estamos listos para crear el círculo de bondad que nos apoye y nutra, se harán visibles las personas para nuestro círculo. Es decir, aprendemos a pedir ayuda y aceptarla, incluso de las personas más inesperadas.
- Derrota los pensamientos negativos. Si las palabras “siempre” y “nunca” son parte de la manera que describes la labor de cuidado, puede ser que algo ande mal. “Nunca nadie me ayuda”, “siempre me salen mal las cosas”, “nada cambia, aunque trate”, o “debería hacer las cosas más anticipadamente”… Estos son ejemplos del lenguaje que podemos aprender a cambiar para ser más bondadoso con nosotros mismos. Cuando identificamos este tipo de lenguaje negativo, podemos confrontarlo de inmediato. ¿De verdad nunca nadie me ha ayudado? ¿Es cierto que todo ha salido mal siempre? ¿No he dado lo mejor de mí mismo? ¿He permitido que se hiciera daño mi ser querido? Al contestar honestamente a este tipo de preguntas, nos damos cuenta de que podemos aprender a ser optimistas. Podemos desarrollar una actitud positiva frente a nuestra realidad actual, o como diría Victor Hugo, “Cambia de opinión, mantén tus principios; cambia tus hojas, mantén intactas tus raíces”.
- Agradece. Cuando le damos más atención a las cosas buenas que a las cosas malas, significa que hemos cambiado nuestra perspectiva con respecto a lo que no podemos controlar, como, por ejemplo, no podamos curar la enfermedad de Alzheimer. Si nos concentramos en el agradecimiento, dejamos de ser víctimas y empezamos a cultivar el hábito de ser optimistas. Practicar el agradecimiento nos crea una actitud mental positiva, nos hace más felices, nos ayuda a agrandar y fortalecer nuestro círculo de bondad, y nos permite afrontar los cambios que trae consigo el cuidado de un adulto mayor.
No podemos controlar todos los aspectos de nuestras vidas, especialmente los cambios y las transiciones, pero podemos controlar nuestra reacción frente a estos. Los grandes cambios vienen acompañados de grandes sacudidas, pero no son el fin del mundo. En realidad, los cambios son comienzos.