Vida Sana
El cuidado en Puerto Rico
La ayuda que proporcionan los cuidadores familiares en Puerto Rico equivale a $4,000 millones al año.
—Instituto de Política Pública de AARP
A tres años del paso del huracán María, Antonio Piñero aún no borra de su memoria el devastador ciclón categoría 5 que azotó su casa y el resto de la isla en el 2017 con vientos que superaban las 150 millas por hora. “Fue horrible. Era un monstruo”, recuerda.
“Yo lo que quisiera es que vinieran familiares y amigos más a menudo. No para que traigan algo. Se trata de la compañía. Ella se pone muy contenta”.
Para él, el embate del viento vino solo a complicar una situación ya delicada. Y, de paso, a sumirlo en una profunda soledad. Piñero, de 50 años y paramédico de profesión, decidió renunciar a su empleo en el 2015. Tenía que dedicarse a tiempo completo a cuidar de su madre, Juanita Nieves, de 76 años. No había opción a pesar del reto económico que significaba esta decisión.
¡ÚLTIMA OPORTUNIDAD! - Únete a AARP a precios del 2024; las tarifas aumentan en el 2025.
Obtén acceso inmediato a productos exclusivos para socios y cientos de descuentos, una segunda membresía gratis y una suscripción a AARP The Magazine.
Únete a AARP
“Mi madre viene primero”, dice Antonio.
Más allá de los retos diarios del cuidado, Antonio se preocupa por lo que pudiera pasar. Su propio futuro es un gran signo de interrogación. Sin carrera y sin ahorros, prefiere no pensar en lo que pasará de aquí a 10 años, cuando llegue a los 60. “A ver si llego”, dice medio en broma y medio en serio. Pero es su madre su principal preocupación.
“¿Quién la va a cuidar a ella? Le pido todos los días a Dios. Le digo: Señor, dame break. Es ahora estando uno y no hay nadie. ¡Imagínate! Cuando yo no esté, menos van a estar”.
El camino de cuidador no ha sido fácil. El cuadro clínico de doña Juanita es complicado. Sufre ataques epilépticos, es diabética y tiene problemas emocionales. Poco antes del paso de los huracanes, doña Juanita perdió la movilidad como consecuencia de un tratamiento para una enfermedad renal. Como si no hubiera sido suficiente, semanas después de aquella tragedia personal, el otro hijo de Juanita y único hermano de Antonio murió.
La hermana de Antonio, Milagro Vicioso, vive en Nueva York hace más de 30 años y ayuda a la distancia. Pero con su hermana lejos y sin su hermano, en Antonio recae la responsabilidad de velar por su madre, que permanece postrada en una cama. Hoy en día se apoyan en los beneficios del Seguro Social y en la ayuda de Milagro. “Gracias a Dios yo tenía mis deudas saldadas y no debo la casa ni el carro”, dice Antonio.
También te puede interesar