Vida Sana
El cuidado en Puerto Rico
Los ingresos del Seguro Social que reciben la mayoría de las personas mayores en Puerto Rico oscila entre $300 y $800 al mes. Un centro de cuidados para ancianos cuesta alrededor de $4,000 al mes. Los cuidadores que brindan servicios en el hogar cuestan más: las cifras pueden comenzar en los $5,000 al mes.
Un centro de cuidado como Hacienda Bella Vista, en Puerto Rico, con régimen de comida especializada y atención médica, puede costar unos $3,000 mensuales, un precio imposible de pagar para muchas familias puertorriqueñas. Miles en la isla viven bajo el umbral federal de pobreza y las pensiones que reciben muchos de los jubilados no superan los $300 al mes.
Ingreso familiar en Puerto Rico
43.1% - Porcentaje de puertorriqueños que vive por debajo del nivel de pobreza
$20,166 – Ingreso medio familiar
$12,451 – Ingreso per cápita
— Fuente: Censo de EE.UU.
El cuidado de don Alfonso Aponte, un ingeniero jubilado y veterano de la guerra de Corea, fue un gran reto para sus cuatro hijos, dos en Puerto Rico y dos en Estados Unidos. Después del paso de los huracanes Irma y María por la isla, en septiembre del 2017, las condiciones no eran favorables para que don Alfonso, cuya salud se deterioraba rápidamente, continuara viviendo solo. La estela de desastre que habían dejado a su paso las tormentas obligó a los hermanos Aponte a enviar a su padre a pasar una temporada con su hija Maribel, en Virginia, y con su hijo mayor Alfonso, en Ohio.
El encuentro entre padre e hija en Virginia, donde don Alfonso celebró sus 88 años, en febrero del 2018, trajo cambios, explica Maribel. Aquel hombre activo e independiente que solía agradarla con un buen desayuno por las mañanas ya no razonaba igual e insistía en volver a la isla, a pesar de la crisis que allí imperaba. Finalmente, los médicos dieron su diagnóstico. Padecía demencia senil.
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El regreso de don Alfonso a Puerto Rico sacó a flote sus problemas de salud. Tuvo varios accidentes de auto, olvidaba hacia dónde iba o cómo llegar a los lugares, y padeció cuatro derrames cerebrales que lo dejaron sin poder caminar y totalmente dependiente de ayuda.
“Mi hermano menor [Eduardo Aponte] y yo, que vivimos en la isla, empezamos a tomar turnos cuidándolo todas las noches. Pero nos resultó difícil porque ambos trabajamos a tiempo completo”, explica Alberto Aponte, el tercero de los hermanos.
Para entonces don Alfonso requería una dieta estricta y cuidados permanentes. Los hermanos contrataron a una persona que lo acompañaba de diez a doce horas diarias, pero el gasto era insostenible.
Maribel se trasladó a la isla un mes para cuidarlo; sin embargo, debía regresar a su casa y a su trabajo en Estados Unidos. La imposibilidad de ocuparse ella misma de su padre fue una dura realidad; había que comenzar la búsqueda de un nuevo hogar para don Alfonso, donde recibiera la atención que requería y merecía.
“Mi papá lo es todo, nos dio educación, principios, respeto”, dice Maribel. “Yo vi cómo él se sacrificó por nosotros. Este era nuestro turno de sacrificarnos por él”.
Los cuatro hermanos hicieron frente a la situación, no sin a veces tener diferencias de opinión, pero con una comunicación constante apoyada en la tecnología que los ayudó a superar la distancia física. Después de buscar ayudas e investigar sobre las distintas opciones de cuidados a largo plazo, la familia decidió que Hacienda Bella Vista sería el nuevo hogar para don Alfonso, un acogedor espacio en el tope de una loma en Guaynabo, una ciudad a treinta minutos de San Juan y muy cerca de la casa de uno de los hijos.
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