Vida Sana
| Judith Burgess descansa en una camilla con la cabeza apoyada en una montaña de almohadas, las manos sobre su bolso de cuero negro. Ha estado en el departamento de Emergencias del Centro Médico Mount Sinai de la ciudad de Nueva York unas 20 horas, pero no parece importarle.
"La sala de emergencias es abrumadora sin importar la edad, pero aún más para las personas mayores con pocos apoyos sociales, que a menudo se sienten más confundidas y vulnerables".
"La gente aquí realmente se preocupa por los mayores", dice Burgess, de 74 años, que sufre de artritis reumatoide, no tiene cartílago en las rodillas y hoy ha sido hospitalizada por un dolor de estómago, síntoma de su cáncer de colon.
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"Tengo un hospital mucho más cerca de mi casa que este. Pero siempre paso de largo. La gente aquí es amable. Me atienden bien".
Para muchos pacientes mayores, un viaje a la sala de emergencias puede ser traumático e incluso peligroso. Las largas esperas, las camas incómodas, los alrededores llenos de gérmenes y un ritmo ruidoso y frenético pueden alterar a personas que a menudo se ven afectadas por múltiples problemas de salud y cuyo sistema inmunológico puede estar comprometido.
Pero la sala de emergencias del Mount Sinai es una experiencia decididamente diferente. Las esperas son aún largas, como lo demuestra la prolongada permanencia de Burgess, pero no son dolorosas ni peligrosas. En todo caso, dice Burgess, "estar aquí me da la oportunidad de descansar un poco".
Mount Sinai está clasificado como centro de trauma de nivel II. Esto significa que los pacientes que acuden a la sala de emergencias están muy enfermos, a menudo de gravedad. Burgess también está enferma. Pero no en estado crítico. Así que mientras los médicos atienden a pacientes con necesidades médicas más urgentes, el equipo multidisciplinario de emergencias geriátricas de Mount Sinai hace su magia.
La calcomanía de los voluntarios del programa CARE (Cuidado y Respeto para Adultos Mayores en Emergencias), de color rosa brillante, en el hombro de la bata del hospital de Burgess indica que ha recibido al menos parte de la atención que necesita: además de haber sido vista por un médico, ha recibido una almohada y una manta extras, un libro para colorear para pasar el tiempo y una pelota antiestrés de color púrpura para aliviar su tensión.
Si las necesitara, también podría haber conseguido un par de gafas de lectura con la corrección adecuada, un amplificador auditivo e incluso un rompecabezas de sudoku para mantener ocupada su atención cognitiva. "Tengo un hospital mucho más cerca de mi casa que este", dice. "Pero siempre paso de largo. La gente aquí es amable. Me atienden bien".
El departamento de Emergencias Geriátricas de Mount Sinai (en inglés)—conocido como Geri ED— se inauguró en el 2012. En ese momento, ocupaba una esquina de ocho camas en la sala de emergencias y tenía una iluminación cálida, pisos sin brillo y cortinas con varillas de plástico (en lugar de las varillas metálicas que suenan como uñas rascando un pizarrón cuando se las mueve hacia un lado).
Actualmente, el equipo asignado a cualquier persona de más de 65 años en el Geri ED incluye médicos, enfermeras, administradores de casos, asistentes sociales, farmacéuticos e incluso fisioterapeutas.
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