Vida Sana
Llegué a la mediana edad sintiéndome por completo abrumada. No podía concentrarme, no podía establecer prioridades. Lo achaqué a la menopausia, o tal vez a una serie de "momentos de la tercera edad". Pero entonces encontré a un terapeuta que comprendió exactamente mi problema: tenía trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
De hecho, había vivido con ello toda mi vida, pero la disminución de los niveles de estrógeno provocada por la menopausia amplificó su impacto, y los métodos de afrontamiento en los que siempre había confiado ya no podían mantener a raya los pensamientos que invadían mi mente.
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Si te han estado afectando los problemas de concentración y memoria, sobre todo si has pasado por la menopausia y notas que han empeorado, sigue leyendo.
Las hormonas, el TDAH y el cerebro de las personas mayores
A tres cuartas partes de los adultos de entre 18 y 44 años que padecen TDAH nunca se les diagnosticó el trastorno de niños; entre los adultos de 60 años o más, esa cifra es del 100%, afirma el Dr. David Goodman, profesor adjunto de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins. Esto se debe sobre todo a que, hace medio siglo, los médicos simplemente no evaluaban a los niños para detectar el trastorno.
"Es un trastorno neuropsiquiátrico que comienza en la infancia y continúa toda la vida", explica. "No desaparece cuando recibes la tarjeta de AARP".