Vida Sana
Tal vez sea el momento de hacer que la grasa pase de ser un enemigo implacable a un aliado del envejecimiento.
Los investigadores están descubriendo que la grasa puede ser un potente combustible para el cerebro, que adquiere mayor importancia a medida que las neuronas maduras pierden la capacidad de quemar glucosa para obtener energía. La ciencia más avanzada sugiere que una dieta cetogénica —muy rica en grasas y muy baja en carbohidratos— podría mejorar la capacidad de razonamiento de quienes padecen la enfermedad de Alzheimer, y que incluso podría ayudar a reducir el riesgo de contraer este fatídico trastorno cerebral en primer lugar.
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¿Qué es una dieta cetogénica?
A simple vista, una dieta cetogénica parece el extremo opuesto de los planes de alimentación que los expertos han vinculado a la salud cerebral y cardíaca. Por ejemplo, la dieta de Intervención Mediterránea-DASH para el retraso neurodegenerativo (MIND) —que ha demostrado disminuir la presión arterial alta, un factor de riesgo de la enfermedad de Alzheimer— contiene 33% de grasas, 38% de carbohidratos y 26% de proteínas.
Sin embargo, una dieta cetogénica típica contiene entre 70 y 80% de grasas, entre 10 y 20% de proteínas y entre 5 y 10% de carbohidratos. Una ingesta diaria de 2,000 calorías, por ejemplo, tendría aproximadamente 165 gramos de grasa, 40 gramos de carbohidratos y 75 gramos de proteína. Esta dieta elimina la mayoría de las frutas y casi todas las verduras con almidón (papas, maíz, guisantes, etc.), además de frijoles y granos. Sin embargo, incluye aguacates, huevos, nueces, verduras crucíferas y la mayoría de las carnes y los quesos.
“En definitiva, mi objetivo no es que todas las personas que tienen problemas de memoria sigan una dieta cetogénica, sino que aprendan el modo en que el metabolismo energético influye en la cognición. Cuando tengamos esas respuestas, podremos encontrar formas más aplicables de lograr los mismos objetivos”.
Por lo general, una dieta cetogénica produce una disminución del peso a medida que el organismo metaboliza la grasa que tiene almacenada. Sin embargo, también ofrece otros beneficios. Por ejemplo, la dieta es muy eficaz para tratar algunos tipos de epilepsia resistente a los medicamentos. También se está investigando en casos de diabetes, cáncer y diversas enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer.
Doble combustible: la grasa complementa la dieta del cerebro
Entonces, ¿qué relación tiene una dieta cetogénica con el cerebro? La respuesta es que suministra otra forma de combustible.
La dieta normal del cerebro es simple: glucosa. Esta forma de azúcar proviene de los carbohidratos que ingerimos, y las “centrales eléctricas” de las células, llamadas mitocondrias, convierten la glucosa en la energía que impulsa todos los procesos vitales. Sin embargo, cuando se limitan o eliminan los carbohidratos de la dieta, el cerebro puede comenzar a usar su fuente de combustible secundaria: las cetonas. Así como la glucosa es un derivado de la digestión de los hidratos de carbono, las cetonas son un derivado de la digestión de las grasas.
“El organismo puede almacenar grasa para utilizarla más tarde, o puede quemar grasa para obtener energía”, explica el Dr. Russell Swerdlow, profesor de Medicina y director del Alzheimer's Disease Center de University of Kansas. “Algunos tejidos pueden quemar grasa directamente, pero otros, como las neuronas cerebrales, no pueden hacerlo. Por lo tanto, el hígado descompone la grasa almacenada en cuerpos cetónicos. Estos cuerpos ingresan al torrente sanguíneo y son transportados al cerebro, que los utiliza para obtener energía”.
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