Vida Sana
Como muchos abuelos, Jackie Dishner pasó los quince meses de restricciones provocadas por la COVID-19 visitando ocasionalmente a sus cuatro nietos desde el auto o hablando con ellos por videoconferencia. Por eso, cuando por fin pudo entrar en la casa de uno de ellos, su nieta de cuatro años dio por sentado que no conocía la casa. Haciendo un gesto con el brazo, le anunció que podía guiarla hasta el baño.
"Había olvidado que yo ya sabía dónde estaba el baño", cuenta Dishner, que vive en Phoenix. "Cuando son tan pequeños, es increíble lo mucho que crecen en un año".
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La experiencia de Dishner ilustra cómo la separación forzosa a causa de la pandemia ha tenido consecuencias a gran escala, pero también a pequeña escala. Muchos abuelos se han perdido más de un año de la vida de sus nietos o han tenido que conformarse con verlos crecer por FaceTime o Zoom. Ahora ha llegado el momento de volver a conectar con ellos, y sus nietos ya no son los mismos de marzo del 2020.
El bebé de antes de la pandemia es ahora un niño en edad de preescolar que derrocha confianza. El bromista de secundaria se ha convertido en un adolescente huraño. Y el adolescente es ahora un estudiante universitario, que quizá luzca un nuevo tatuaje.
"La gente tiene que volver a encontrarse", dice Lisa Ibekwe, especialista en el control de la ira y trabajadora social clínica que dirige The Comfy Place, un centro de terapia en la zona de Atlanta. Puede que incluso quienes antes tenían una relación cercana tengan que volver a conocerse, porque "lo cierto es que hemos pasado tanto tiempo encerrados que muchos han salido cambiados de esta experiencia".
Y eso incluye a los nietos. Los abuelos que intentan volver a conectar con sus nietos tienen que empezar por aceptar que la pandemia ha cambiado a todo el mundo, señala Ibekwe. Un año es mucho tiempo en la vida de un niño, incluso en tiempos "normales": los niños adquieren nuevas habilidades, descubren nuevos intereses, pasan a otras etapas de desarrollo. Por todo ello, es posible que no conecten con los abuelos de la misma manera que antes. Y también es posible que la pandemia les haya causado un trauma.
Los abuelos también son personas diferentes de las que eran antes de la COVID-19 y pueden reaccionar de forma diferente, para bien o para mal, ante sus nietos.
"Nadie va a salir de esto siendo la misma persona de antes, ni siquiera un niño pequeño cuya vida parece haber conservado cierta normalidad", explica Ibekwe. "Por la propia naturaleza del funcionamiento del cerebro, todo el mundo va a salir cambiado de esta experiencia".
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