Vida Sana
Marty Parrish, de 61 años, tenía 17 años cuando tuvo su primer episodio de depresión grave. El residente de Johnston, Iowa, tenía unos 50 años cuando encontró un tratamiento que funciona, a largo plazo para él.
Fue su esposa, Peggy Huppert, de 65 años, quien lo sacó del hogar, día tras día, para esos tratamientos, dice él. Huppert dice que ha hecho eso muchas veces en sus 15 años de matrimonio, a través de múltiples episodios de depresión y rondas de tratamiento. “Hay ocasiones en que literalmente lo llevo a la fuerza”, dice ella.
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Pero Parrish dice que él no lo ve así: “Ella siempre ha estado allí para mí... no es que me arrastre o me empuje, simplemente me toma de la mano”. Y eso ha hecho toda la diferencia, dice: “Si no hubiera sido por Peggy, hoy no estaría vivo”.
En todo Estados Unidos, millones de cuidadores están, literal o figurativamente, agarrando las manos de adultos mayores con depresión. En algunos casos, están ayudando a alguien con su primer episodio de depresión, desencadenado por una enfermedad, pérdida personal o sentido de aislamiento. Otros tienen a seres queridos como Parrish, que han luchado con la depresión durante décadas.
Aquí está lo que debes saber —y lo que puedes hacer— para ayudar si sospechas o sabes que un ser querido tiene depresión.
Reconoce las señales
La depresión es más que un simple bajón de ánimo pasajero. Es una condición médica que afecta negativamente cómo las personas sienten, piensan, actúan y ven el mundo, según la Asociación Americana de Psiquiatría (en inglés). Contrario a la creencia popular, generalmente es más común en personas jóvenes que en personas mayores, dice la asociación.
La depresión “no es una parte normal del envejecimiento”, dice Erin E. Emery-Tiburcio, profesora de Psicología Geriátrica y Rehabilitación en el Centro Médico de la Universidad Rush en Chicago.
Aun así, la depresión afecta a alrededor del 15% de los adultos mayores de 65 años, según la Asociación Americana de Psiquiatría Geriátrica. Los adultos mayores son especialmente propensos a estar deprimidos si están en hospitales o residencias de ancianos, o si tienen otras enfermedades, como cáncer, enfermedad de Parkinson, enfermedad cardíaca, derrame cerebral o enfermedad de Alzheimer, dice la asociación.
Cualquier persona que haya tenido depresión antes también tiene un mayor riesgo de depresión más adelante en la vida, según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento.
Si piensas en la depresión solo como tristeza, podrías pasarla por alto en muchos adultos mayores. La pérdida de interés en actividades que antes eran agradables es un síntoma más común, dice Emery-Tiburcio. Alguien que “mira la televisión todo el día sin expresión” podría estar deprimido, dice ella. Entonces, alguien podría dormir más o menos de lo habitual. Ella agrega que los hombres mayores, en particular, pueden parecer más irritables que tristes.
La depresión puede ser diagnosticada cuando la tristeza, los sentimientos de vacío, la pérdida de interés en las actividades u otros síntomas clave duran al menos dos semanas y se interponen en la vida cotidiana, según las asociaciones psiquiátricas. Otros síntomas pueden incluir:
- Sensación de ralentización
- Llanto frecuente
- Sentirse inútil o impotente
- Perder o ganar peso de repente.
- Caminar de un lado a otro y estar inquieto
- Mala concentración
- Pensamientos de muerte, o intentos de suicidio
Si bien los adultos mayores tienen menos probabilidades de estar deprimidos, tienen más probabilidades de morir por suicidio, y las tasas más altas se dan en hombres mayores de 85 años, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). (Si te preocupa el riesgo de suicidio, puedes llamar o enviar un mensaje de texto a la Línea de ayuda para casos de suicidio y crisis al 988, disponible las 24 horas del día).
Pide ayuda
Si crees que un ser querido está deprimido, “no lo ignores, no te alejes, no le des todo su espacio”, insta Parrish. Él sabe por experiencia dolorosa, dice, que la persona deprimida puede “construir este muro” para mantener a los demás alejados.
Pero, él dice, “Ese es el momento en que necesitamos que vengas a sentarte a nuestro lado y simplemente preguntes, ‘¿Está todo bien?’”.
Cuando alguien claramente no está bien, su objetivo debe ser llevarlo a un médico para una evaluación física y mental, dice el psiquiatra Ken Duckworth, director médico de la Alianza Nacional sobre enfermedades mentales (NAMI, en inglés) y autor de You Are Not Alone. Los médicos de atención primaria manejan rutinariamente tales evaluaciones, dice él.
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