Vida Sana
Cecilia Chung no esperaba llegar a los 30 años. Chung fue diagnosticada de VIH en 1993, cuando tenía 28 años y recién había comenzado su transición de género. Le dijeron que tenía de seis meses a un año para poner sus asuntos en orden.
“La idea de envejecer nunca me pasó por la mente”, dice. “Solo intentaba sobrevivir”.
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Chung, quien ahora tiene 56 años y reside en San Francisco, es solo una de las tantas personas mayores que viven con VIH. En el 2018, más del 50% de los 1.2 millones de las personas con VIH en Estados Unidos tenían 50 años o más. Muchos son sobrevivientes a largo plazo a quienes, como Chung, les diagnosticaron VIH antes de que los primeros regímenes eficaces de tratamiento estuvieran ampliamente disponibles a mediados de la década de los 90.
A pesar de los avances médicos que ahora permiten vivir con VIH durante décadas después del diagnóstico, los sobrevivientes a largo plazo dicen que continúan enfrentando desafíos mentales, físicos y financieros a medida que envejecen con un virus que nunca esperaban sobrevivir en primer lugar.
Llevar una 'vida de aislamiento'
“La muerte ha sido parte de mi vida todos los días durante los últimos 40 años”, dice Paul Aguilar, de 58 años, a quien le diagnosticaron VIH en 1988 a los 25 años.
Aguilar, que ha estado viviendo con VIH durante más de la mitad de su vida, tuvo que hacer frente a su propio diagnóstico (le dijeron que tenía cinco años de vida) mientras era testigo del devastador impacto de la epidemia de sida, que devastó grupos de amigos y comunidades en ciudades como su natal San Francisco.
Perdió a su primer amigo a causa del sida, la enfermedad provocada por el virus de la inmunodeficiencia humana o VIH, en agosto del 1981, apenas unos meses después de que los CDC publicaran su informe inicial sobre una infección pulmonar poco común —una complicación del SIDA— diagnosticada en hombres jóvenes previamente sanos. Las muertes de amigos no han cesado desde entonces, dice.
“Cuando eres el único sobreviviente de todo tu círculo social... tiene un impacto emocional, mental y espiritual”, dice. “Es una vida de aislamiento, cuando has visto la devastación que sufrimos”.
Los sobrevivientes a largo plazo, como Aguilar, son vulnerables al síndrome del sobreviviente de sida, una enfermedad similar al trastorno por estrés postraumático que se deriva de vivir el trauma de la epidemia de sida y puede causar síntomas como depresión, ansiedad, baja autoestima y aislamiento social.
Según Aaron Tax, director de defensa de derechos de SAGE, una organización nacional sin fines de lucro para los adultos mayores LGBTQ, hay similitudes entre las personas que envejecen con el VIH y los adultos mayores LGBTQ. Ambos grupos tienen más probabilidades de ser solteros, menos probabilidades de tener pareja y menos probabilidades de tener hijos que otras personas de su edad. “Se enfrentan a la edad avanzada más solos que la población en general”, dice.
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