Lo que los adultos mayores necesitan saber sobre la tos ferina

¿Cómo se propaga?

La tos ferina es causada por una bacteria, llamada Bordetella pertussis, que se propaga fácilmente de persona a persona a través de pequeñas gotitas respiratorias (al toser o estornudar) en el aire. Una persona infectada con la bacteria puede contagiar a otros durante varias semanas, dice el CDC.

¿Cuáles son los síntomas?

Puede tomar unas semanas después de que estés infectado para desarrollar síntomas. Una vez que lo haces, puede ser difícil separarlos de los síntomas de otras enfermedades comunes.

Al principio, la infección puede sentirse como un resfriado. “Tienes goteo nasal al principio, con una tos leve. Incluso puedes tener fiebre baja”, dice Snyder. “Sin embargo, lo que marca la diferencia es la tos”. Durante las próximas una a dos semanas después de esos primeros síntomas, la tos empeorará cada vez más.

Eventualmente, muchas personas experimentan ataques de tos que les dejan luchando por respirar. (La tos ferina recibe su nombre del sonido de “whoop” que las personas hacen al inhalar y jadear por aire después de un ataque de tos).

Estos ataques pueden ser lo suficientemente violentos como para hacer que alguien vomite, se rompa una costilla o se perfore un pulmón. Para empeorar las cosas, no son de corta duración. Según los CDC, los ataques de tos suelen durar de una a seis semanas, pero pueden persistir hasta 10. “Es bastante espantoso”, dice Hopkins.

La vacuna contra la tos ferina, inventada en 1914, ha hecho que las complicaciones graves de esta infección sean menos probables. Sin embargo, aún pueden ocurrir, especialmente en personas que son frágiles o tienen condiciones respiratorias subyacentes, dice Snyder. Las complicaciones pueden incluir neumonía, dificultad para respirar y deshidratación grave. Algunas personas incluso pueden sufrir hemorragias cerebrales “como resultado de las presiones de esa tos severa”, dice Snyder.

¿Cómo se trata?

Debido a que la tos ferina es causada por bacterias, los antibióticos pueden ayudar a tratarla. Los antibióticos no resolverán los síntomas por completo, pero si se administran temprano, antes de que comiencen los ataques de tos, pueden hacer que la infección sea menos grave, dicen los CDC. Si se comienzan demasiado tarde en la enfermedad, después de unas tres semanas, es probable que no ayuden. “Para entonces, la infección ya se ha ido (las bacterias ya no están en el cuerpo)”, según los CDC, y “los síntomas persistentes se deben a que las vías respiratorias estaban dañadas y tardan tiempo en sanar completamente”.

Otro beneficio de los antibióticos es que pueden reducir la propagación de la enfermedad. “Puedes reducir cuán contagioso eres para los demás”, dice Snyder. Si vives con otras personas y desarrollas tos ferina, a los miembros del hogar también se les podría recetar antibióticos para evitar que se enfermen.

¿Cómo puedes prevenirlo?

Primero, asegúrate de estar vacunado. Se recomienda la vacuna en varios momentos de la vida. Los bebés y los niños reciben la vacuna; también las mujeres embarazadas. Si no estás seguro sobre tu estado de vacunación, habla con tu médico.

Los adultos pueden recibir una dosis de refuerzo de la vacuna cada 10 años con la inyección Tdap, que protege contra el tétano, la difteria y la tos ferina. Si tienes un nuevo nieto en camino, esa es otra oportunidad para vacunarte con la Tdap, dice Hopkins.

Más allá de la vacuna, querrás hacer “las mismas cosas que hacemos para tratar de prevenir la propagación de cualquier patógeno respiratorio”, dice Hopkins. Quédate en casa cuando estés enfermo y si te preocupan los riesgos de contraer tos ferina, usa una mascarilla en espacios públicos concurridos.

Una cosa a tener en cuenta al considerar los esfuerzos de prevención: Hopkins dice que un aumento en los casos de tos ferina es típico en el otoño e invierno. Estamos viendo una tendencia en una época del año “cuando no esperamos ver tantos casos”. Añade que la tos ferina a menudo no se informa y no se hacen los exámenes suficientes. “Entonces, los números que estamos viendo probablemente son más la punta del iceberg que la cantidad real de enfermedad en las comunidades”, dice.