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No dormir lo suficiente en la mediana edad puede aumentar el riesgo de demencia

Descansar bien durante la noche podría reducir el riesgo de tener complicaciones cognitivas en el futuro.


spinner image Un hombre en su cama despierto y triste
MARCOS CALVO/GETTY IMAGES

Según un estudio de reciente publicación (en inglés), quienes solían dormir seis horas o menos por noche a los 50, 60 y 70 años tuvieron cerca de un 30% más de probabilidades de padecer demencia que quienes dormían siete horas. Este mayor riesgo se mantuvo incluso cuando los científicos tuvieron en cuenta la salud física y mental, así como el riesgo genético de padecer la enfermedad de Alzheimer.

Otros estudios revelaron vínculos entre los problemas del sueño y la demencia, pero esta relación aún no resulta clara. Sin embargo, la investigadora principal Séverine Sabia le dijo a AARP que este informe ofrece una ventaja especial sobre los anteriores.  

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“Casi todos los estudios anteriores se realizaron con personas de 65 años o más”, explicó Sabia, epidemióloga del French Institute of Health and Medical Research (INSERM), en París, y en University College London, en Inglaterra. “Lo novedoso de este estudio es que su largo período de seguimiento nos permitió evaluar el vínculo entre la duración del sueño a los 50 años y el riesgo de padecer demencia en la edad adulta”.

Lo que los investigadores hallaron fue un “vínculo sistemático entre un sueño persistentemente reducido entre los 50 y los 70 años y un mayor riesgo de demencia”, según Sabia.

Dormir poco podría ser lo que produce la enfermedad

Si bien los científicos han reconocido desde hace tiempo el vínculo entre la alteración del sueño y la demencia (en inglés), no han logrado resolver un acertijo crucial: ¿los problemas del sueño contribuyen a la aparición de la demencia o podrían ser una señal temprana de que hay algo anómalo en el cerebro?

Si bien el estudio de Sabia no lo resuelve de forma definitiva, sugiere claramente que un sueño persistentemente reducido en la mediana edad podría ser un factor clave de la demencia décadas después, según el Dr. Brendan Lucey, profesor adjunto de Neurología en la Facultad de Medicina de Washington University y experto en la relación entre el sueño y la enfermedad de Alzheimer.

“Comenzaron a controlar la calidad del sueño muchos años antes de que aparecieran síntomas y tal vez antes de que se gestara gran parte de la patología”, explicó. “No es un estudio definitivo, pero en mi opinión revela datos convincentes de que quienes duermen poco podrían correr un mayor riesgo”.

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Sabia y sus colegas siguieron a casi 8,000 personas en Gran Bretaña durante aproximadamente 25 años y evaluaron sus patrones de sueño, a partir de los 50 años. Los participantes reportaron la duración y la calidad del sueño en tiempo real en seis momentos durante el transcurso del estudio, y para registrar el sueño más de la mitad usaron un acelerómetro —un dispositivo que detecta períodos de movimiento y quietud— durante el ciclo de informes 2012-2013.

Al final del estudio, 521 participantes habían manifestado algún tipo de demencia, y la edad promedio en el momento del diagnóstico fue de 77 años. Además, quienes reportaron que habían dormido poco tenían un riesgo bastante más elevado de padecer alguna forma de demencia. En comparación con las personas que duermen lo suficiente, el riesgo de quienes duermen poco a los 50 años se incrementó en un 22%. A los 60 años, el aumento del riesgo fue del 37%, y a los 70 años, del 24%. Todos estos vínculos permanecieron firmes incluso después de que el equipo tuviera en cuenta la salud física y mental, el riesgo genético de padecer la enfermedad de Alzheimer y los factores sociodemográficos.

Sabia y su equipo también quisieron determinar si los cambios en los patrones de sueño tenían algún efecto en la aparición de la demencia. Más allá de la edad, las personas que tenían patrones de sueño persistentemente breves corrían el mayor riesgo: un 30% más de probabilidades de manifestar demencia que las personas que duermen lo suficiente.

El estudio no distinguió diferentes tipos de demencia, por lo que no hay modo de saber con certeza cuántas personas tuvieron la enfermedad de Alzheimer o cuántas tuvieron demencia a consecuencia de una enfermedad cardiovascular u otros trastornos neurocognitivos. Sin embargo, al utilizar un diagnóstico de demencia sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, el equipo calculó que el 77.5% de los casos de demencia (404) se vinculaban a la enfermedad de Alzheimer. Cuando examinaron los patrones de sueño de solo ese grupo, el perfil de riesgo fue similar.

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Dormir le da al cerebro la oportunidad de “limpiarse”

La falta de sueño podría influir en el riesgo de padecer demencia de varias maneras. Uno de los mecanismos más estudiados concierne el ciclo de limpieza nocturna del cerebro, señaló Lucey.

“Cuando estamos dormidos, hay una mayor circulación de líquido a través del cerebro, y se supone que elimina los productos de desecho y reduce su concentración”, explicó.

Entre los productos de desecho que disminuyen durante el sueño se encuentran las proteínas beta amiloide y tau. Por la noche, estas dos proteínas se liberan menos y se eliminan más. En las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer, ambas proteínas se acumulan hasta llegar a niveles peligrosos. La proteína beta amiloide forma aglomerados viscosos que interfieren en la conexión neuronal, y la proteína tau forma ovillos intrincados que destruyen la propia neurona. Cuando estas proteínas no se pueden eliminar normalmente, es más probable que con el tiempo comiencen a adherirse en formas patológicas, advirtió Lucey.

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Hay otras proteínas que intervienen en diferentes tipos de demencia y que también siguen este ritmo circadiano de eliminación de desechos, agregó. “También examinamos la alfa sinucleína, una proteína fundamental tanto en la enfermedad de Parkinson como en la demencia con cuerpos de Lewy, y cuya concentración aumenta con la falta de sueño”.

Los efectos del sueño sobre la salud cognitiva pueden abarcar mucho más que la eliminación de proteínas. El sueño inadecuado también se vincula a aterosclerosis, hipertensión, obesidad, diabetes y depresión, que son importantes factores de riesgo para la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia.

“Una importante cuestión que debe estudiarse en este campo es el modo en que las alteraciones del sueño alteran el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer en quienes tienen diabetes u obesidad”, dijo Lucey. “El tratamiento de los trastornos del sueño puede ser incluso más importante en estas personas”.

El sueño es solo un hábito saludable que favorece al cerebro

“El sueño es un posible factor de riesgo vinculado a la demencia, pero no es el único”, dijo Claire Sexton, directora de programas científicos y divulgación de la Alzheimer’s Association. Sexton sugiere no concentrarse en un solo factor. En cambio, “Intenta crear un estilo de vida saludable que realmente pueda ayudar a prevenir la demencia”. Una dieta nutritiva, la actividad física y la interacción social también se han vinculado a una mejor salud cerebral.

En este momento, el sueño tiene prioridad en la investigación que lleva a cabo la Alzheimer’s Association. El grupo acaba de lanzar U.S. POINTER-zzz, un estudio de $5.3 millones para examinar si los cambios en el estilo de vida que podrían reducir el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer también mejoran el sueño. U.S. POINTER-zzz es un estudio secundario de U.S. POINTER, un estudio clínico de dos años que examina si una combinación de ejercicio, dieta, estimulación mental y apoyo social puede reducir el riesgo de padecer demencia en las personas que pueden tener un mayor riesgo de manifestar deterioro cognitivo.

U.S. Pointer-zzz está reclutando participantes para el estudio. Puedes participar si tienes entre 60 y 79 años, no haces ejercicio con frecuencia y tienes un factor de riesgo de pérdida de memoria (antecedentes familiares de problemas de memoria o presión arterial, colesterol o azúcar en sangre ligeramente elevados). Puedes obtener más información sobre U.S. Pointer aquí (en inglés).

¿No tienes sueño? Consejos para combatir el insomnio

La mala noticia es que los problemas para dormir pueden aumentar el riesgo de tener demencia. ¿La buena noticia? Puedes hacer algo al respecto.

“Con frecuencia se piensa que dormir mal es algo que ocurre naturalmente a medida que envejecemos, que es algo con lo que tenemos que vivir y que no podemos hacer nada al respecto”, señaló el Dr. Ronald Chervin, neurólogo y director de Sleep Disorders Centers en University of Michigan. “Eso simplemente no es cierto. Dormir mal no es una característica del envejecimiento. Y si no duermes bien, en vez de sufrir y simplemente aceptarlo, habla con tu médico de cabecera o con un médico especialista en medicina del sueño. Por lo general, existe un diagnóstico y un tratamiento”.

Mientras tanto, estos son algunos de los mejores consejos de Chervin para dormir mejor.

  • Controla tu entorno. Una cama cómoda en una habitación fresca, oscura y silenciosa es la situación más propicia para lograr dormir muy bien.

  • Limita el tiempo que pasas frente a la pantalla una o dos horas antes de acostarte. “El televisor emite luz de todo el espectro, y los teléfonos y las tabletas emiten mucha luz azul lo que puede reiniciar el ritmo circadiano y retrasar el inicio del sueño”, explicó Chervin.

  • Evita los pasatiempos mentales estresantes antes de acostarte. Esto podría significar apagar el televisor o cerrar el libro, según el contenido.

  • Evita el alcohol durante unas horas antes de acostarte. Es cierto que el alcohol es un sedante, pero tiene un efecto temporal que te predispone a despertarte de forma repentina una vez que ese efecto desaparece.

  • Haz ejercicio con frecuencia, pero a primera hora del día y no cerca de la hora de acostarte.

  • Establece una rutina que le permita al cerebro saber que pronto llegará el sueño. Programa una hora habitual para acostarte y, si eres propenso al insomnio, programa una hora habitual para despertarte.

  • Consulta con el médico sobre la terapia cognitivo conductual para el insomnio. Esta intervención psicológica incluye una parte de educación y otra de modificación del comportamiento. Esta terapia generalmente está a cargo de un profesional capacitado, y puede incluir la restricción inicial del sueño mientras aprendes a dormir nuevamente de manera eficiente. También incluye otras técnicas que los años de investigación han demostrado que ayudan a recuperar —y luego mantener— un sueño saludable.

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