Por qué las mujeres de hoy no envejecerán como sus madres

3. Nos sentimos a gusto con nuestra talla y figura

Nuestras madres tenían un cajón lleno de fajas y sostenes estructurados, se pesaban cada mañana en la balanza del baño y se sometían a innumerables dietas de moda. Nosotras sabemos que la positividad corporal, el ejercicio constante y una dieta sana y equilibrada son una mejor combinación para la autoestima, independientemente de nuestra talla y figura.

Cuando nuestras madres subían de peso, a menudo tenían dificultades para encontrar ropa de su talla que reflejara su interés en la moda actual. Ahora tenemos rangos de tallas inclusivos y una glamorosa categoría de tallas grandes que sigue las tendencias en cada temporada. Sabemos que la ropa interior adecuada (no necesariamente la más bonita) puede hacer que nuestra ropa se ajuste mejor a nuestro cuerpo. Los sostenes lisos y sin costuras y los calzones de pierna alta hacen que incluso los tejidos de punto y livianos se adapten a las curvas. Y un poco de elasticidad aumenta nuestra confianza en todo, desde los pantalones y vestidos hasta nuestras blusas sueltas favoritas, y hace que vestirse sea un placer, no una lucha. Tenemos suerte.

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4. Vestimos ropa cómoda de día y de noche

Lo que vestimos en la actualidad afecta todo, desde nuestro lenguaje corporal hasta la postura y la comodidad. Aunque el vestuario de nuestras madres, como el nuestro, reflejaba su gusto personal y su billetera, a menudo agregaba años a su apariencia. La ropa rígida y estructurada que carecía de elasticidad y de la suavidad de las mezclas de tejidos, los cinturones que apretaban en los lugares equivocados y una diferencia muy marcada entre las prendas de trabajo y de ocio, hacían que vestirse fuera un desafío. Las largas horas con zapatos de tacón alto hacían que el dolor de pies, los callos y los juanetes parecieran normales, y las frecuentes carreras en las medias transparentes aumentaban la ansiedad. Gracias a una larga lista de cambios, ya no hay vuelta atrás. Nuestras madres no disfrutaban de las ventajas de nuestro estilo de vida informal, la forma elegante en que combinamos las prendas casuales y de vestir, la ropa deportiva y los estilos más ajustados, para sentirnos cómodas y a la moda en todo momento. Vestimos leggings negros en lugar de incómodas medias; optamos por zapatos planos, cuñas y zapatillas de deporte en lugar de insufribles tacones; combinamos pantalones deportivos con chaquetas, y jeans con blusas femeninas, desafiando las estaciones y las categorías. Y, por si fuera poco, compramos en internet, en tiendas como H&M y Walmart, Gap y Talbots, Amazon y Nordstrom, ignorando triunfalmente cualquier insinuación de que algo no sea apropiado para nuestra edad.

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5. Usamos maquillaje que nos hace sentir bien y lucir más bellas

El maquillaje de nuestras madres se ajustaba a la filosofía de "cuanto más mejor, y si dura más aún mejor". Su maquillaje se veía mejor por la noche que a la luz brillante del día. Su rímel se apelmazaba, el lápiz labial se emborronaba y la sombra de ojos se desprendía, su corrector era muy visible, y tenían que usar polvos para fijar el maquillaje. Ahora tenemos la suerte de tener maquillaje que mejora nuestra apariencia sin el efecto de estar muy maquilladas y nos permite controlar los resultados. Las bases que realzan la luminosidad y los humectantes con color, ambos en gran cantidad de tonos naturales, agregan luminosidad a la piel madura a la vez que difuminan los problemas de pigmentación. Tenemos brochas de maquillaje, esponjas y prebases para facilitar la aplicación. Nuestros rubores y bronceadores ligeros y cremosos casi no requieren difuminación y producen un aspecto saludable en pocos segundos. Tenemos colores neutros para los ojos y los labios que definen nuestros rasgos maduros y se ven naturales incluso cuando usamos sombras en sensuales tonos ahumados o elegimos estilos glamurosos.

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(De izquierda a derecha) Marisa Tomei (59), Christie Brinkley (70) y Oprah Winfrey (70).

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6. Nos adaptamos y cambiamos a medida que envejecemos

La única regla es que no hay reglas. Nuestras madres eran leales a las marcas y confiaban en empresas famosas y rutinas establecidas, a menudo resistiéndose a cambiar incluso cuando existía la promesa de verse mejor. Las mujeres de 50 años o más ahora son más flexibles y están dispuestas a cambiar. Quizás nos encantaban los jeans ajustados, las gafas con armazones metálicos y el maquillaje mate de cobertura completa, pero no tuvimos ningún problema en cambiar a los jeans de pierna ancha, las monturas atrevidas y las fórmulas humectantes y ligeras después de descubrir cuán favorecedores eran. La capacidad de adaptación, transformación y evolución constante sigue siendo el superpoder de nuestra generación. Es por eso que todavía nos interesan las tendencias y las redes sociales, incluso si no incorporamos todas las nuevas opciones. Es también la razón por la que optamos por estilos audaces, como Marisa Tomei, de 59 años, que combinó un minivestido negro con medias negras transparentes; Christie Brinkley, de 70 años, que eligió un vestido rojo brillante que marcaba sus curvas; y Oprah Winfrey, de 70 años, que lució un vestido brillante hasta la rodilla y una coqueta cola de caballo igual de larga.

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