Vida Sana
En la primavera del 2022, Jon Bon Jovi lideró a su banda en lo que esperaban que fuera un regreso triunfal a los conciertos en vivo tras una pausa pandémica de dos años. Habían contratado una gira por 15 ciudades estadounidenses. Al tercer o cuarto concierto, sin embargo, los críticos se preguntaban: "¿Qué le pasa a la voz de Jon Bon Jovi?". Conocido por la gran intensidad de su poderosa voz y sus técnicas de canto en éxitos del rock como "Livin' on a Prayer" y "Wanted Dead or Alive", en esta gira el cantante se mostró a menudo plano, carrasposo, ahogado. El tecladista de la banda durante muchos años, David Bryan, que había estado tocando con Bon Jovi desde que tenían 16 años, dice: "Algo iba mal. Fue aterrador para todos nosotros y para él".
Con su determinación legendaria, Bon Jovi siguió adelante con la gira. Pero después de un concierto en Nashville, bajó del escenario y su esposa, Dorothea, le dijo sin rodeos: "No estuvo bien". Jon y Dorothea se conocieron y empezaron a salir en la secundaria; se casaron en 1989 y han estado juntos desde entonces, una hazaña notable en el mundo de la música. Sabía que podía estar enfrentándose al retiro, que era el final de una carrera que había construido con mucho esfuerzo.
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Era un destino que no podía aceptar. En junio, Bon Jovi fue operado de la garganta, lo que le dio a él y a su banda muchas esperanzas. Desde entonces, han grabado un nuevo LP, Forever, su 16º álbum de estudio, que saldrá a la venta este mes de junio, durante el año del 40 aniversario de la banda. Pero todavía es incierto si su voz resistirá, o cuándo, los rigores de otra gira multitudinaria. Su médico tiene esperanzas. Dorothea sabe que su marido tiene agallas para afrontar el reto, como deja claro en un nuevo documental en cuatro partes en Hulu, titulado Thank You, Goodnight: The Bon Jovi Story, que narra no solo el ascenso a la fama de la banda, sino también las luchas vocales de Jon. "Está acostumbrado a controlarlo todo", dice Dorothea. "Siempre digo que, por pura voluntad, lo conseguirá".
Me reuní con Bon Jovi a finales de febrero, unos días antes de que cumpliera 62 años. Me recibió en la cocina de su hogar, una casa de estilo château francés en Nueva Jersey. Mientras nos preparaba un té con miel de jengibre ("Mi droga", dijo, mostrando su sonrisa de mil millones de vatios), enseguida me capturó con una inesperada muestra de modestia. Lo felicité por los más de mil millones de reproducciones en Spotify de "Livin' on a Prayer", y desacartó el cumplido diciendo que Taylor Swift y The Weeknd generalmente acumulan más. (A pesar de su diplomacia, Bon Jovi se mantiene en ese grupo, con más de 130 millones de ventas mundialmente).
Nos sentamos en su despacho personal, repleto de recuerdos e instrumentos musicales. Vestido con una camiseta azul pálido y unos vaqueros desteñidos, parecía en forma y sano. Se ha dejado encanecer el pelo y su cara bonita tipo Teen Beat de otros tiempo es aún más atractiva por sus líneas de expresión y sus arrugas. Su voz al hablar es más granulada de lo que solía ser, y es cuidadoso con ella. Hay mucho en juego en esas cuerdas vocales.
Podemos ser héroes
La lucha de Bon Jovi ha sido quizá especialmente dura para un hombre que, según admite él mismo, ha tenido una suerte extraordinaria. Nació como John Bongiovi en 1962, el mayor de tres hermanos, y creció en la modesta comunidad suburbana de Sayreville, Nueva Jersey. Sus padres —padre estilista y madre florista— se conocieron en la Infantería de Marina y apoyaron su sueño de rock and roll desde el principio. "Me dijeron: 'Puedes hacerlo'", recuerda. "Y te lo creíste". A los 16 años formó su banda, Atlantic City Expressway, que actuaba regularmente en el Fast Lane, un bar de la costa de Jersey donde se habían curtido sus héroes Bruce Springsteen y Southside Johnny and the Asbury Jukes. Se levanta de un salto y me enseña una foto de la banda con chaquetas de raso a juego para la gira. "¡Mira esas chaquetas!" Se ríe con ironía y nostalgia. "¡Emulando a Southside Johnny!"
Sin ir a la universidad ("No había plan B", dice), trabajaba como mensajero en un estudio de grabación de Manhattan cuando escribió "Runaway", su reacción ante el número de adolescentes que vivían en las calles y atestaban la terminal de autobuses de Port Authority. Grabado después de horas en el estudio, el sencillo fue recogido por una emisora de radio local y pronto fue solicitado en emisoras afiliadas de todo el país. Las compañías de discos se apresuraron para ver a la banda en directo. Pero no había banda. Bon Jovi se puso en contacto con conocidos, entre ellos un guitarrista y compositor llamado Richie Sambora, para lo que todos ellos supusieron que sería una breve gira promocional. Se extendería por cuatro décadas.
En 1983, firmó con el sello Mercury de PolyGram Records, que sugirió un cambio de nombre de "Bongiovi" a "Bon Jovi" porque se parecía a "Van Halen". Tras lanzar dos álbumes pasables, los compositores Bon Jovi y Sambora buscaron nueva inspiración en el profesional Desmond Child, que los empujó a ampliar sus temas más allá de "chicas guapas y autos" para contar historias reales. El trío lanzó "You Give Love a Bad Name" y "Livin' on a Prayer", mega himnos irresistibles que impulsaron el tercer LP de la banda, Slippery When Wet, hasta el número 1 en la lista de álbumes de Billboard. Siguieron giras por todo el mundo. Cuando se le pregunta por el momento en que se dio cuenta de que se había convertido en una estrella de rock, Bon Jovi niega con la cabeza. "Siempre dices que eres una estrella del rock. Tocaba en ese club con esa chaqueta de satén y me creía una estrella del rock".
Muchas de las canciones que compone Bon Jovi son sorprendentemente inspiradoras, con estribillos altísimos: canciones sobre la victoria del desvalido, el triunfo improbable, los amantes desafortunados que vencen a las circunstancias. Y luego, están las canciones como "Bed of Roses", del quinto LP de la banda, Keep the Faith (1992), que alude a las tentaciones de vivir en solitarias habitaciones de hotel en la carretera. Incluye la letra: "'Una botella de vodka / todavía en mi cabeza / y una rubia que me dio pesadillas / Creo que todavía está en mi cama..." Él y Dorothea estaban casados cuando escribió esas palabras, lo que suscitó una pregunta periodística entrometida.
"Esa letra de 'Bed of Roses'", empiezo a decirle, delicadamente, "es muy...".
"honesta", me interrumpe. "No me escondo detrás de nada. Nunca le he mentido a mi mujer a la cara. Teníamos 18 años cuando nos conocimos y empezamos a salir. La vida ha pasado".
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