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Tres años después: los cambios que la pandemia produjo en nuestra vida (y lo que ho ha cambiado)

COVID-19 ha tenido un impacto en cómo pensamos, cómo gastamos y cómo interactuamos con los demás.

spinner image Montaje de varias fotos típicas durante la pandemia; personas con mascarillas, letreros con restricciones, personal médico, vacunas y tarjeta de vacunas
SEAN MCCABE / GETTY IMAGES

Al comenzar el cuarto año de COVID-19, la vida en Estados Unidos es una historia de dos pandemias. En aspectos significativos, la mayor crisis de salud de nuestra época parece estar llegando a su fin: ha disminuido notablemente el uso de mascarillas, los restaurantes están prosperando, las salas de conciertos vuelven a agotar las entradas con el regreso de los músicos a los escenarios y el presidente Biden anunció que las declaraciones federales de emergencia finalizarán el 11 de mayo. Y, sin embargo, al disminuir la inmunidad y con solo el 41% de los adultos mayores protegidos con el refuerzo actual, volvemos a ver titulares aterradores: ha surgido una nueva cepa contagiosa de COVID-19. Además, aunque las hospitalizaciones en general han disminuido, las personas de 70 años o más se internan por COVID-19 a un ritmo cuatro veces superior al de la población general, y la mayoría de las muertes se producen entre personas mayores de 64 años. Nada es normal en esta nueva normalidad. Desde la atención médica hasta los viajes y el tiempo que pasamos en familia, hemos clasificado lo que está cambiando, y lo que no.

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Salud y bienestar

Gracias a sus conocimientos y su sabiduría, los adultos mayores del país se adaptaron y salieron adelante...

Sin embargo, el consumo de alcohol y la aptitud física han resultado ser importantes desafíos.

Las vacunas han sido fundamentales. Una proporción casi universal de los adultos mayores —un sorprendente 94% de los mayores de 65 años— recibieron todas las vacunas contra la COVID-19. Es un nivel que las autoridades de salud esperan alcanzar para los adultos mayores que reciben la imprescindible vacuna bivalente de refuerzo, a pesar del retraso. “La reticencia y el partidismo con respecto a las vacunas que más ampliamente afectaron la respuesta a la pandemia no se han manifestado entre la población de más edad, y eso realmente dio sus frutos”, señala el Dr. Ashish Jha, coordinador de respuesta contra la COVID-19 de la Casa Blanca.

A la población de mayor edad le fue mejor en el plano psicológico. Es cierto que la gran mayoría de los 1.1 millones de vidas que el virus cobró en EE.UU. fueron de personas mayores de 65 años. Pero a pesar de ese saldo desolador, “las personas mayores en general tenían la experiencia, los recursos y la capacidad para resistir esta crisis mejor que las generaciones de mediana edad y las más jóvenes”, comenta Laura Carstensen, directora del Centro de Longevidad de Stanford. Al salir de la COVID-19, las personas de 16 a 24 años, por ejemplo, calificaron de mala su salud física y mental, mucho peor que los mayores de 65 años. Y en estos últimos años, los adultos mayores fueron los menos propensos a manifestar estrés psicológico, dolores de cabeza y fatiga.

La telesalud y la atención de urgencia han aumentado. En el 2020, las consultas de Medicare de telesalud aumentaron a 52.7 millones —frente a alrededor de 840,000 en el 2019— y continúan llegando a millones. Cuando vemos a un profesional médico, suele ser en un rincón apartado de una farmacia o una supertienda, ya que las empresas como Walgreens, CVS y Walmart incursionaron en la atención de urgencia, los exámenes médicos e incluso la atención de heridas y lesiones leves. Eso no va a desaparecer. Recientemente, Amazon puso en marcha una nueva clínica médica virtual que trata problemas comunes como alergias, caída del cabello y trastornos de la piel. El otoño pasado, CVS gastó $8,000 millones en una red de médicos y profesionales clínicos que hacen visitas a domicilio. “Su objetivo es hacerse cargo de toda la atención en el hogar”, declaró al New York Times el Dr. Eric Topol, profesor de Medicina Molecular en Scripps Research, de San Diego.

Sin embargo… la aptitud física puede deteriorarse. Las sesiones de ejercicios en internet aumentaron a raíz de los cierres provocados por el coronavirus, pero el 50% de los miembros de gimnasios dijeron que no volverían a asistir. Cerca de uno de cada cinco adultos mayores de 50 años manifestó haber tenido un deterioro en la calidad del sueño durante la COVID-19. Casi dos de cada cinco personas de 70 años o más en el país afirman haber postergado la atención médica. “Veo pacientes que llevan tres y cuatro años de demora en las colonoscopías y mamografías, y eso ha dado lugar a que se demore el diagnóstico de casos más avanzados de cáncer”, explica Jeannette Guerrasio, una internista de Denver. Además, casi la mitad de los adultos mayores de 65 años que contrajeron COVID-19 afirman tener menos capacidad para emprender actividades físicas, como caminar y hacer ejercicio.

También hay una tendencia alarmante. Si bien la población mayor en general sobrellevó la pandemia mejor desde el punto de vista psicológico que las generaciones más jóvenes, se han producido focos desalentadores.

En los últimos años aumentó el consumo de sustancias entre los adultos mayores. No nos referimos a las gomitas esporádicas con cannabidiol, aunque el consumo de CBD está subiendo mucho entre los adultos mayores. El porcentaje de muertes vinculadas al alcohol en la población mayor de 65 años alcanzó máximos históricos en el 2020. Las muertes por opiáceos entre los mayores de 65 años también tendieron a aumentar (aunque en términos de cifras totales de consumidores compulsivos, los más jóvenes siguen superando con creces a los de más edad). Los adultos mayores pueden resistirse a recibir tratamiento en centros adaptados a las poblaciones más jóvenes. Como dice Guerrasio: “Espero que la COVID-19 les haya enseñado a los adultos mayores a sentirse más libres para reconocer que necesitan ayuda”. 

spinner image Fanáticos de los Phillies de Filadelfia se registran antes de entrar a un juego
La venta de entradas digitales se han convertido en el estándar en eventos deportivos y salas de conciertos. Los fanáticos de los Filis escanean sus teléfonos para ingresar sin boleto en la puerta antes del partido de béisbol de las Grandes Ligas entre los Filis de Filadelfia y los Bravos de Atlanta el 1 de abril de 2021 en el Citizens Bank Park en Filadelfia, PA.
ICON SPORTSWIRE / GETTY IMAGES

Trabajo y economía

Desde las oficinas a los comercios minoristas, ahora la vida se transmite en pantallas grandes y pequeñas...

Sin embargo, la crisis de la cadena de abastecimiento ha aminorado el ritmo del mercado.

Las compras virtuales se disparan, pero el sistema lucha por cumplir sus promesas. Los meses de cuarentena modificaron la forma en que la población del país gana dinero, compra, invierte y ahorra. El dinero en efectivo desapareció en un abrir y cerrar de ojos, y ahora para pagar es necesario ingresar los datos de una tarjeta de crédito o pasarla por una máquina, lo que no supone ningún problema si no tienes trastornos cognitivos o de destreza propios de la edad. Entre las personas que nunca habían comprado por internet antes del 2020, el 40% lo estaban haciendo en menos de un mes y, en el caso de los adultos mayores, se trataba de artículos de uso cotidiano para los que nunca habíamos dependido de internet: pasta de dientes, salsa de tomate, tachuelas, almuerzo… y todo llegaba por arte de magia, con entrega sin contacto, después de que lo rastreáramos hasta nuestro hogar.

El trabajo se ha desplazado hacia las viviendas. ¿“Ir” a trabajar? Ya no tanto. Antes de la pandemia, se ocupaban el 95% de los inmuebles comerciales de las ciudades de EE.UU. Ahora se ocupan menos del 50%, en lo que algunos llaman “el apocalipsis de la oficina”. Además, es probable que un tercio de los viajes de negocios desaparezcan para siempre, según predice Jeffrey Cole, del Centro para el Futuro Digital de la USC. “La comunicación por Zoom es mucho más fácil y económica que tomar un vuelo nocturno a Nueva Jersey”, destaca Cole. El 41% de los boomers afirman que preferirían seguir trabajando a distancia después de la pandemia. Sin embargo, celebrar reuniones de ventas en la mesa de la cocina supone algunos contratiempos. El promedio de horas de trabajo extraordinarias aumentó un 28%. Estos y otros cambios laborales formaron parte de una reestructuración de la mano de obra nacional, ya que casi la mitad de los trabajadores comenzaron a buscar otros empleos en lo que se denominó la “gran renuncia”.

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 Sin embargo… continúan los despidos masivos, sobre todo en el sector de tecnología, y muchos clientes de Amazon Prime se quejan de que los envíos “para el día siguiente” o en dos días ahora llevan tres, cuatro o cinco días. Los grandes competidores como Walmart, Target y Home Depot (y ni hablemos de los minoristas de muebles para el hogar) tuvieron enormes problemas de distribución en los dos últimos años, como consecuencia de diversos factores, desde la congestión inusitada en los puertos y los cierres provocados por la COVID-19 —que afectaron a los exportadores chinos— hasta la escasez de mano de obra en el país. La fragilidad de la cadena de abastecimiento en Estados Unidos tuvo repercusiones en todos los aspectos, como el tiempo necesario para adquirir nuevos electrodomésticos, los alimentos que hay en las estanterías de los supermercados y los medicamentos que más escasean (por ejemplo, amoxicilina, Adderall y Tamiflu).

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Familia y comunidad

Las relaciones esenciales que realmente importaban se profundizaron aún más...

Sin embargo, para muchos adultos mayores de 50 años, el aislamiento y la soledad se dispararon, y nuestros hijos pasaron momentos difíciles.

Los vínculos familiares han mejorado. Entre las familias con varias generaciones bajo el mismo techo, casi el 80% dicen que desde la pandemia ha mejorado la relación con la familia y los hijos, incluso con los hijos adultos. En parte, se trató simplemente de compartir muchos momentos valiosos con los seres más queridos. Según un estudio que realizó el Pew Research Center (en inglés) en el 2021, había 59.7 millones de personas viviendo en hogares multigeneracionales, cuatro veces más que en 1971.

Las relaciones se estabilizaron y disminuyeron los divorcios. Para los adultos mayores, las relaciones mejoraron notablemente. En una encuesta, dos tercios de los participantes afirmaron que la calidad de sus relaciones se mantuvo estable durante la pandemia, y más de uno de cada cinco afirmó que había mejorado. Una encuesta (en inglés) que realizó en el 2022 la Universidad de Monmouth reveló que el 90% de los adultos mayores de 55 años están muy conformes o sumamente conformes con sus relaciones, y el 75% afirmaron que su nivel de felicidad no había variado. Las predicciones de que habría un aumento de divorcios resultaron desacertadas; de hecho, el índice nacional descendió un 12% en el 2020.

Reducir el tamaño de la vivienda… ¿qué dices? Si crees que todo ese tiempo recluidos en casa motivó a los adultos mayores a querer mudarse o reducir el tamaño de su vivienda, te equivocas. Los datos de una encuesta reciente (en inglés) que realizó AARP indican que la gran mayoría de los adultos de 50 años o más desean permanecer en su hogar durante mucho tiempo, y solo un tercio de los adultos mayores dijeron que planeaban mudarse a otra comunidad. Sin embargo, para envejecer en el hogar habrá que hacer algunos arreglos, según demuestran las investigaciones. Un tercio de los participantes de la encuesta de AARP afirmaron que deberían modificar su vivienda actual para que ellos o sus seres queridos pudieran continuar viviendo allí si tuvieran limitaciones físicas. Y el deseo y la realidad no coinciden: en el 2022, los boomers constituyeron la mayor parte (42%) de los vendedores de viviendas del país.

Sin embargo… por otro lado, los vínculos familiares durante la COVID-19 no fueron tan significativos para los casi 26 millones de personas de 50 años o más que viven solas (frente a los 15 millones del 2000), y que incluyen a una cantidad cada vez mayor —cerca de una de cada seis personas de 55 años o más— de individuos que no tienen hijos. “Para los adultos mayores que viven solos, la soledad y el aislamiento se convirtieron en un efecto secundario muy concreto de la pandemia”, señala Diane Ty, del Milken Institute.

Luego están nuestros hijos y nietos, la generación C —de generación COVID-19, que incluye a los niños nacidos alrededor del 2016 y después—, quienes parecen evolucionar más lentamente, según los investigadores. Según dos estudios, los niños nacidos durante la pandemia hablan e interactúan verbalmente mucho menos que los que nacieron antes de la pandemia. Algunos sostienen que podría atribuirse al estrés de los cuidadores y a la falta de contacto con el mundo exterior, mientras que otros lo atribuyen al aumento del tiempo que pasan frente a la pantalla o al uso de mascarillas, ya que los bebés aprenden a hablar al observar el movimiento de los labios. Además, en el 2021 el cirujano general de EE.UU. declaró una crisis de salud mental entre los jóvenes

spinner image Comensales disfrutan de su comida en el patio de un restaurante
Las mascarillas han desaparecido en gran medida y la gente acude en masa a los cafés y restaurantes.
ROY ROCHLIN / GETTY IMAGES

Viajes y actividades recreativas

Volvieron los placeres de la vida: comida, vuelos y entretenimiento...

Sin embargo, la dotación de personal sigue siendo un gran problema.

El deporte, que nunca desapareció, volvió a bramar. La “burbuja social” durante la pandemia —en la que los jugadores estaban en cuarentena, se sometían a pruebas continuamente y jugaban en estadios casi vacíos— “salvó el deporte y mantuvo la concurrencia de los admiradores”, aunque fuese en casa, explica Abraham Madkour, editor y redactor ejecutivo del Sports Business Journal. Ahora que los estadios vuelven a llenarse, observamos cambios que probablemente persistan: venta de entradas virtuales, pedidos de refrigerios por medio de aplicaciones y pantallas, y una mejor experiencia general para ver los partidos en casa.

El cine y las bodas están repuntando. Después de que se suspendieran incontables bodas en el 2020 y el 2021, la cantidad de bodas planeadas en el país para el 2022 subió a 2.5 millones, frente a los 2.1 millones del 2019, antes de la pandemia. A Hollywood también le va bien, con algunas importantes reservas. En el 2022, los cines del país vendieron entradas por valor de unos $7,460 millones, encabezadas por las megasecuelas de Top Gun y las hermosas criaturas azules de Avatar.

En cuanto al tiempo de permanencia frente a una pantalla, está por las nubes. El tiempo promedio que un adulto pasa frente a una pantalla cada día aumentó entre un 60 y un 80% durante la pandemia. Esto incluye desde los teléfonos y las videollamadas hasta los programas de televisión y las películas que vemos sin parar. Existe la opinión de que si tenemos el mundo al alcance de la mano, ¿para qué ir a algún sitio o hacer algo?

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Se han reanudado los viajes. “Volvemos a comer fuera, a visitar amigos que viven lejos y a hacer viajes en familia, es decir, actividades que eran inimaginables incluso durante algunas épocas del año pasado, sobre todo para los adultos mayores”, comenta Pauline Frommer, directora editorial de las guías turísticas Frommer’s. Después de años de aislamiento, los viajes multigeneracionales aumentaron un 50%. Incluso las líneas de cruceros —el caldo de cultivo original del coronavirus— vuelven a efectuar reservas. Además, los viajeros de más edad van más allá: casi el 40% de las personas de 65 años o más dicen que ahora dan prioridad a viajar fuera del estado, y más de la mitad de ellos dan prioridad a viajar para visitar a familiares o amigos.

Al mismo tiempo, las ciudades más pequeñas están prosperando. “La pandemia permitió el restablecimiento necesario de muchos destinos”, explica Bert Sperling, fundador del sitio web Best Places, quien afirma que la reciente llegada de nuevas poblaciones a ciudades de todo el país significa que “la situación es mucho más cosmopolita en lugares como Billings, Missoula y Boise” que en el 2019. “Puedes encontrar un delicioso capuchino donde antes no podías conseguirlo”.

Sin embargo… las salidas al cine aún registran un descenso del 34% con respecto al 2019, el año anterior a la pandemia. El problema no ha sido solo el temor a las multitudes, sino también la escasez de películas, ya que muchas de ellas —incluidas casi todas las más modestas e independientes— pasaron directamente a la transmisión en directo y las producciones en general se retrasaron a causa de la COVID-19. Y si bien los hoteles y restaurantes vuelven a estar concurridos, la escasez generalizada y continua de personal significa que “quizá no veas el servicio de limpieza diario ni recibas el servicio diligente que tenías antes del 2020”, según Frommer. Lo mismo ocurre con la fiabilidad de los vuelos o con la posibilidad de que tu equipaje llegue sano y salvo; basta con recordar el incidente de Southwest Airlines en las últimas fiestas. “De pronto, el seguro de viaje está de moda para los cruceros y los alquileres vacacionales”, añade.

Planes de jubilación

Nos preocupamos mucho por el dinero...

...pero los ahorros se debilitan.

Hoy en día, nuestra prioridad es financiar los años posteriores al trabajo. Entre las cuatro generaciones que participaron en una encuesta reciente (en inglés), el 76% de las personas afirmaron que sus prioridades en la vida habían cambiado debido a la pandemia, y el 56% dijeron que les daban prioridad a los ahorros para la jubilación. Además, al margen de la afiliación política, el Seguro Social es un factor de unidad. Este año, los jubilados van a recibir un ajuste del Seguro Social por costo de vida del 8.7%, el mayor en décadas, lo cual es una suerte: el 40% de los boomers dijeron que esperaban que el Seguro Social fuera su fuente principal de ingresos durante la jubilación. Los ahorros también recobraron fuerzas. Más de cuatro de cada diez personas a punto de jubilarse que participaron en una encuesta del 2021 dijeron que habían empezado a ahorrar más desde que comenzó la pandemia.

Sin embargo… la jubilación se ha postergado. Millones de personas se jubilaron antes de tiempo durante la pandemia, pero con la escasez de mano de obra y el aumento de los precios de casi todos los productos, ahora está de moda “desjubilarse”. También lo está prolongar la cantidad de años de trabajo antes de la jubilación. La COVID-19 impulsó a casi un tercio de la población del país a retrasar la edad prevista de jubilación: casi el 40% de los participantes de una encuesta añadieron entre tres y cinco años, y el 35% sumaron casi una década a los años de trabajo previstos. Incluso cuando el ahorro promedio de la población disminuyó un 11% en el 2022 a $86,869, frente a los $98,800 del año anterior, según otra encuesta, la cantidad que se cree necesitar para la jubilación aumentó un 20% en ese mismo período, hasta alcanzar al menos $1.25 millones.

Otro modo de pensar

Nos sentimos bien...

...aunque la distancia con los demás es real.

Se atenúa el miedo a la muerte y aumenta la felicidad. Quizá la noticia más alentadora tres años después de comenzar la pandemia es que los adultos mayores lograron seguir siendo los más felices durante esos años. Las últimas encuestas demuestran sistemáticamente que, en comparación con las poblaciones más jóvenes, las personas de más de 60 años califican mejor una gran variedad de emociones cotidianas. De hecho, alrededor de dos de cada tres adultos de más edad, de 80 años o más, dicen estar viviendo la “mejor vida posible” o algo parecido, en comparación con solo uno de cada cinco adultos más jóvenes, según una investigación reciente de National Geographic y AARP (en inglés).

“La pandemia demostró la importancia que puede revestir la perspectiva de la edad”, indica Carstensen, del Centro de Longevidad de Stanford. Según el estudio, hasta el temor a la muerte ha disminuido con la edad en la época de COVID-19. Si bien más del 20% de las personas de 49 años o menos manifiestan que ahora temen la muerte “demasiado o mucho”, esas cifras descienden al 10% entre los encuestados de 70 a 79 años y al 4% entre los mayores de 80 años.

El nivel de estrés, de hecho, ha disminuido. Según un estudio (en inglés) muy difundido el otoño pasado, decenas de adultos jóvenes afirmaron haber estado de peor humor y tener más propensión al estrés durante la pandemia. Sin embargo, cabe destacar que eso no fue así en el caso de los adultos mayores. De hecho, los adultos mayores indicaron sentirse menos neuróticos. “Pienso que como los adultos mayores tienen una personalidad mucho más estable, sus redes de apoyo social y sus actividades cotidianas se vieron mucho menos afectadas que en el caso de los jóvenes”, explica Angelina Sutin, la investigadora de la Universidad Estatal de Florida que supervisó el estudio.

Sin embargo… incluso después de toda esta conmoción, seguimos siendo un país profundamente dividido. Cuando la organización no partidista Pew Research Center encuestó a personas de 17 países (en inglés), la población de Estados Unidos fue la más propensa a afirmar que su sociedad estaba dividida por diferencias partidistas, raciales y étnicas. Estados Unidos también registra más divisiones por motivos religiosos que casi todos los demás países encuestados. Ahora bien, si toda esta información no es ya bastante preocupante, toda la información incorrecta debería serlo: rumores sobre curas milagrosas no probadas, afirmaciones sobre la peligrosa tecnología que acecha en las mascarillas y sobre la eficacia de las vacunas: “la información incorrecta nos hace retroceder un paso por cada uno que avanzamos”, afirma el internista Guerrasio, “y los adultos mayores no pueden permitirse eso”.

¿Cómo es el futuro con COVID-19?

Les pedimos opiniones a tres expertos sobre la coexistencia con el virus en constante evolución.

 

Por Leslie Goldman

 

¿Piensas que la COVID-19 estará siempre con nosotros, como la gripe?

 

Dra. Monica Gandhi, jefa adjunta de la División de VIH, Enfermedades Infecciosas y Medicina Global de UCSF/ San Francisco General Hospital: Sí. El hecho de que la COVID-19 pueda propagarse antes de que una persona tenga síntomas, de que no presente síntomas característicos claros y de que sea transmitida por animales (casi 30 especies) hace prácticamente imposible su eliminación. Las vacunas son excelentes para protegernos contra la enfermedad grave, pero no harán desaparecer el virus.

 

¿La COVID-19 será siempre más peligrosa que la gripe o el resfrío común? Gandhi:

 

Pienso que no. Ya casi nunca hospitalizamos en la UCI a personas —incluidos adultos mayores— con COVID-19 o neumonía vinculada a la COVID-19. Esto se debe a la inmunidad generalizada (más del 95% de la población del país tiene anticuerpos, gracias a la vacunación, a la inmunidad natural o a ambas cosas); a los buenos tratamientos hospitalarios y ambulatorios, como el remdesivir y el Paxlovid, respectivamente; y al hecho de que la variante ómicron y sus subvariantes tienen menos probabilidades de infectar las células pulmonares que las cepas anteriores.

 

¿Recibir el refuerzo actual me ayudará en algo si tengo contacto con las nuevas variantes?

 

Dr. Eran Metzger, director de psiquiatría, Hebrew SeniorLife, Boston: Sí. Quizá no te impida completamente contraer COVID-19, pero puede ayudar a prevenir enfermedades graves. Al igual que una vacuna anual contra la gripe, estos refuerzos están adaptados para las nuevas cepas, pero aumentan la inmunidad general frente al virus.

 

¿Habrá finalmente una vacuna anual, como la que hay contra la gripe?

 

Gandhi: Si la COVID-19 se convierte más bien en un virus respiratorio invernal —y creo que así será—, con el tiempo se recomendará un refuerzo anual para las personas de 65 años o más, con el fin de mantener una inmunidad elevada y permanecer en el margen inferior de riesgo. La vacunación es particularmente importante para los adultos mayores que tienen otras enfermedades, como cardiopatías o enfisema.

 

Muchas personas están confundidas sobre el Paxlovid. ¿Debes estar muy enfermo para tomarlo?

 

Dra. Emily Landon, especialista médica del High-Consequence Pathogen Preparedness Program del Centro Médico de la Universidad de Chicago: Sin duda, todas las personas mayores de 50 años con COVID-19 deben tomarlo, sin importar lo enfermas que se sientan. El Paxlovid interviene como un equipo de limpieza que elimina parte del virus para que el sistema inmunitario pueda desempeñar su labor con mayor facilidad. Eso significa que hay menos riesgo de enfermar de gravedad. Además, los datos preliminares sugieren que puede ayudar a reducir el riesgo de COVID-19 prolongada. Cuanto antes tomes Paxlovid después de enfermar, más rápido y mejor será el efecto. Debes asegurarte de que el médico que te lo receta esté al tanto de todos los demás medicamentos que tomes, ya que puede interactuar con algunos fármacos, como las estatinas.

 

¿Cuál es tu consejo para los adultos mayores con respecto a las mascarillas?

 

Landon: Al suprimirse los mandatos, el uso de mascarillas pasa a ser una decisión muy personal. Sigue habiendo excelentes motivos para intentar eludir la COVID-19, como el hecho de que apenas estamos comenzando a comprender sus consecuencias a largo plazo. Debemos preguntarnos si en una situación determinada vale la pena no usar la mascarilla y contraer COVID-19.

 

En algunos casos, como la boda de una nieta, se podría decir que sí, que disfrutar de la celebración sin mascarilla vale la pena. Y si has recibido la vacuna y el refuerzo y no tienes enfermedades subyacentes, tienes poco riesgo de contraer una enfermedad grave. En otros casos, como al hacer las compras, se podría decir que no. En mi opinión, la mascarilla es imprescindible siempre que haya muchas personas en espacios reducidos, como aeropuertos, aviones, autobuses o gimnasios.

 

Las investigaciones demuestran que casi el 100% de los aviones tienen COVID-19 en las aguas residuales después de cada vuelo, lo que significa que al menos un pasajero del avión tiene diagnóstico de COVID-19. Mi madre tiene 76 años y sigue usando mascarilla en los aviones y en la iglesia, pero no cuando juega al golf o se reúne con amigos al aire libre. En principio, cada vez que te pones una mascarilla reduces el riesgo. Pero debe ser una mascarilla N95, KN95 o KF94 bien ajustada, ya que las mascarillas de tela en realidad no ayudan.

 

Tengo un ser querido que vive en un centro de cuidados a largo plazo donde hay brotes frecuentes de COVID-19. ¿Podré visitarlo alguna vez sin peligro?

 

Metzger: Cuando comenzó la pandemia, los centros de cuidados a largo plazo, como los hogares de ancianos, fueron objeto de un estricto aislamiento. Ahora estamos observando los efectos persistentes en la salud que causó ese aislamiento tan drástico: depresión, trastorno de estrés postraumático. Algunos médicos se refieren a ellos en conjunto como “la segunda pandemia”. Todo ello, combinado con los altos índices de vacunación, dio lugar a que muchos hogares de ancianos adoptaran una actitud más flexible con respecto a las visitas.

 

También sabemos que la soledad es un factor de riesgo de muchas enfermedades crónicas, como la depresión, la demencia y las cardiopatías. Por lo tanto, visitar a tu ser querido con precauciones, como vacunas y mascarillas, puede no solo ser posible, sino también positivo. Averigua si hay una zona sin COVID-19 donde puedas visitarlo, como una sala familiar privada. Si no vas a cruzarte con miembros del personal ni residentes con COVID-19 en la unidad, el riesgo es mínimo.

 

Las respuestas se han editado con fines de claridad y brevedad.

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