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El impacto no contado de la COVID prolongada

Incluso los casos leves de COVID-19 están relacionados con posibles repercusiones a largo plazo, algunas de ellas mortalmente graves.


spinner image Montaje de varias imágenes donde se ve una mujer con mascarilla, un calendario, el retroviral Paxlovid, personal médico y un hombre haciéndose una prueba de covid
Eleanor Shakespeare (Fuente: Izquierda a derecha: Getty Images (3); Alamy; Getty Images; Nathan Posner/Anadolu Agency via Getty Images; Getty Images; Pacific Press/LightRocket via Getty Images; Daniel Knighton/Getty Images; Phelan M. Ebenhack via AP; Getty Images; Irfan Khan / Los Angeles Times via Getty Images; Shutterstock)

Chrissy Bernal ha contraído COVID-19 tres veces, la última en octubre del 2023. "Siempre tuve síntomas bastante leves", dice. Pero después del tercer contagio, comenzó a tener alergias intensas a alimentos que solía comer todo el tiempo: avena, lácteos, gluten, semillas de sésamo y maníes.

"Literalmente, tengo algún nivel de anafilaxia todos los días", dice Bernal, de 46 años, quien es profesional de relaciones públicas y reside en Houston. En mayo, mientras participaba de una reunión virtual, entró en shock anafiláctico. "Tuve que autoinyectarme epinefrina mientras todos miraban horrorizados por Zoom", dice.

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Natalie Nichols, de 53 años, ha estado luchando con un asma debilitante y alergias alimentarias intensas desde que contrajo COVID hace más de tres años "El otoño pasado pasé dos meses y medio confinada en la cama, inmóvil, porque moverme, incluso sostener un celular, me dejaba sin aliento", dice.

También ha experimentado confusión mental, presión arterial alta, hiperglucemia, fatiga y síntomas gastrointestinales. Nichols, fundadora de una organización sin fines de lucro en Nacogdoches, Texas, recientemente se sometió a una intervención quirúrgica para reparar el daño articular causado por la inflamación inducida por la COVID.

Lorraine W., de Clarence Center, Nueva York, anticipaba con entusiasmo una jubilación activa cuando le diagnosticaron COVID en marzo del 2020. "Nunca he vuelto a ser la misma que era antes de la COVID", dice Lorraine, de 65 años.

Toma medicamentos para tratar el daño en los pequeños vasos sanguíneos del corazón y continúa luchando contra una tos persistente, fatiga y falta de aliento, además de problemas renales. Los cambios neurológicos le generaron inestabilidad en las piernas cuando camina, por lo cual debe usar bastones para mantener el equilibrio. "No tenía ninguno de estos trastornos antes de la COVID", dice Lorraine.

En junio, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM) publicaron una definición completa de la COVID prolongada: "un trastorno crónico asociado con una infección que se presenta después de la infección por COVID-19 y persiste durante al menos tres meses como una enfermedad continua, de recaídas y remisiones, o como una enfermedad progresiva que afecta a uno o más sistemas orgánicos". Según esa definición, 18 millones de personas en Estados Unidos sufren de COVID prolongada; actualmente, más de uno de cada 20 de nosotros vivimos con esos síntomas. Los investigadores han comenzado a vincular la COVID prolongada con otro fenómeno reciente: la reducción de la expectativa de vida.

La enfermedad que estamos olvidando

La COVID ya no parece tan aterradora. Más del 98% de la población del país tiene algún grado de inmunidad, ya sea por vacunas o infecciones anteriores —o por ambas—, y hay medicamentos disponibles, como Paxlovid y otros, para contrarrestar los síntomas agudos. Para muchos de nosotros, contraer COVID es como tener una infección aguda de las vías respiratorias superiores.

Pero "la COVID no se ha ido", dice el Dr. Ryan Hurt, director del Programa Clínico y de Investigación de COVID Prolongada en Mayo Clinic. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la COVID todavía causa la muerte de por lo menos 1,000 personas cada semana en todo el mundo, pero "solo tenemos datos de unos 40 países", dice la Dra. Maria Van Kerkhove, directora del Departamento de Prevención y Preparación para Epidemias de la OMS.

Los adultos mayores y quienes tienen trastornos preexistentes siguen siendo las poblaciones con mayor riesgo de sufrir una infección aguda y grave de COVID. Según datos de los CDC, las personas de 65 años o más representaron el 63% de las hospitalizaciones relacionadas con COVID y el 88% de las muertes en el hospital durante los primeros siete meses del 2023.

Aunque los peligros de una infección aguda de COVID pueden haber disminuido para muchos, la realidad de la COVID prolongada está saliendo a la luz. Entre el 10 y el 20% de las personas que contrajeron COVID-19 en los últimos cuatro años han experimentado COVID prolongada.

"Con cada nuevo caso de COVID aguda [la fase inicial de la infección cuando se diagnostica o aparecen los primeros síntomas], existe el riesgo de sufrir COVID prolongada", dice la doctora en Osteopatía Caitlin McAuley, médica de familia en la Clínica Keck de Recuperación de COVID en Los Ángeles. Ella ha tenido pacientes que se recuperaron completamente de la COVID prolongada, se reinfectaron varias veces sin efectos persistentes, y luego desarrollaron otro caso que los llevó a un nuevo brote de COVID prolongada. También ha visto pacientes que contrajeron COVID dos veces sin efectos persistentes, y la tercera vez terminaron con síntomas prolongados.

"Todavía tenemos una cantidad de personas que contrajeron COVID en la primera oleada y ahora sufren los síntomas de la COVID prolongada, varias de ellas muchos años después", dice el Dr. Jerrold Kaplan, director médico del Programa de Rehabilitación y Recuperación de COVID en Gaylord Specialty Healthcare en Nueva York.

El hecho de no haber tenido COVID prolongada anteriormente no significa que no la enfrentarás en el futuro. En realidad, algunas investigaciones sugieren que contraer múltiples cepas de COVID-19 aumenta ese riesgo. Un estudio publicado en el 2022 halló que la reinfección puede aumentar el riesgo de complicaciones en los sistemas orgánicos principales, y estos riesgos persisten al menos seis meses después de la infección inicial.

Todavía no conocemos el verdadero impacto de contraer COVID. "Muchos procesos de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares, la demencia y el cáncer, tardan años en desarrollarse. ¿Y si la COVID-19 aguda pusiera a las personas en riesgo de sufrir algunos de estos problemas? El tiempo lo dirá", dice Hurt. Lo que los médicos sí saben es que los pacientes están acudiendo en masa al consultorio quejándose de síntomas que no habían tenido antes de la COVID.

¿La COVID prolongada está aumentando la tasa de mortalidad?

En julio, la COVID representó menos del 1% de todas las muertes en Estados Unidos. La expectativa de vida en el país es de 77.5 años, lo cual refleja un aumento en los últimos dos años, si bien continúa estando por debajo de los niveles prepandémicos. Los factores que contribuyen a esa estadística son numerosos, pero está claro que los efectos a largo plazo de la COVID han influido.

Por ejemplo, un estudio en la revista Nature Medicine halló que el riesgo de muerte de las personas hospitalizadas con COVID fue un 29% mayor en los tres años siguientes a la infección.

"Pero lo que también fue alarmante es que, incluso en aquellos que no fueron hospitalizados, hubo un mayor riesgo de diversas complicaciones médicas", dice John Baratta, fundador y codirector de la Clínica de Recuperación de COVID en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Incluso los pacientes que habían tenido episodios leves de COVID-19 tuvieron un mayor riesgo de problemas respiratorios, cardiovasculares, metabólicos y neurológicos, que persistieron durante tres años después de la infección inicial. Los pacientes con COVID prolongada tuvieron un riesgo significativamente mayor de sufrir problemas de salud graves que afectan el cerebro, los pulmones y el corazón.

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Sabemos desde hace tiempo que un caso agudo de COVID puede comprometer la salud del corazón: en comparación con quienes no tuvieron COVID, las personas que contrajeron el virus tuvieron un 81% más de probabilidades de morir por una complicación cardiovascular en las tres semanas siguientes, según un estudio de 160,000 pacientes publicado por la Sociedad Europea de Cardiología (ESC). Pero el riesgo persiste mucho después de que los síntomas disminuyen. Quienes contrajeron el virus fueron cinco veces más propensos a morir por una enfermedad cardiovascular hasta 18 meses después de la infección, según las conclusiones del estudio. Las muertes por enfermedad cardíaca, que habían mostrado una tendencia descendente durante décadas, comenzaron a dispararse en el 2020 y se mantuvieron altas hasta el 2022, el último año para el cual hay datos disponibles.

Los derrames cerebrales, los coágulos de sangre en las piernas que conducen a coágulos en los pulmones, el ritmo cardíaco anormal (arritmia) y la inflamación del corazón se cuentan entre los problemas que causa la COVID, dice el Dr. Mohanakrishnan Sathyamoorthy, profesor y jefe de Medicina Interna en la Facultad de Medicina Burnett en Fort Worth, Texas. En la COVID prolongada, este conjunto de alteraciones cardiovasculares puede presentarse como el síndrome de taquicardia postural ortostática (POTS), en el cual la frecuencia cardíaca del paciente aumenta anormalmente cuando se pone de pie desde una posición sentada o acostada.

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Una teoría para explicar el efecto a largo plazo de la COVID en el corazón —y en el organismo en general— se centra en la inflamación. "Cada vez que una persona se infecta con COVID, existe un posible aumento en el riesgo de COVID prolongada, y pueden presentarse algunos trastornos cardíacos, especialmente si el paciente tiene antecedentes de enfermedad cardíaca, incluidos derrames cerebrales, infartos y enfermedades del corazón", dice la Dra. Pragna Patel, asesora principal sobre COVID prolongada en los CDC. Todos estos problemas pueden empeorar si el virus entra en el tejido coronario y desencadena respuestas inflamatorias que pueden dañar el corazón.

Los investigadores dicen que la COVID también puede alterar el microbioma intestinal, un controlador principal de la inflamación, lo que hace que el sistema inmunitario intensifique el trastorno. "No hay un mecanismo único establecido que esté causando los problemas", dice Baratta. "Una persona puede tener varios factores en su organismo, y no todos tienen un mismo mecanismo subyacente que cause los síntomas", lo cual aumenta la complejidad tanto de la investigación como del tratamiento.

Un factor que parece ser importante es la vacunación. "Varios estudios indican que la vacunación puede disminuir el riesgo de sufrir COVID prolongada", dice Patel. Los índices de vacunación tienden a aumentar con la edad. Las personas de 75 años o más son las más vacunadas y, por lo tanto, las más protegidas contra la COVID prolongada, teoriza Patel. Eso podría explicar por qué la COVID prolongada afecta más comúnmente a personas de 35 a 64 años; el riesgo parece disminuir para los mayores de 65 años, según datos de los CDC.

COVID prolongada: del diagnóstico al tratamiento

No hay una prueba que pueda determinar directamente si una persona tiene COVID prolongada. Los médicos generalmente diagnostican la COVID prolongada basándose en el historial de salud del paciente y los síntomas actuales, e intentando descartar otras causas. No es necesario contar con una prueba positiva de COVID, ya que alguien podría haberse infectado sin saberlo y experimentar síntomas extraños más tarde, dice Patel.

Aunque hay muchos ensayos clínicos en curso sobre la COVID prolongada, no existe un tratamiento generalizado. Los médicos de atención primaria tratan lo que pueden, y luego recurren a especialistas —como un cardiólogo para manejar la arritmia o un terapeuta para tratar la ansiedad— para una atención más específica. Hay centros de COVID prolongada en todo el país en los que equipos de profesionales trabajan para ayudar a los pacientes con sus síntomas específicos.

"Dado que los efectos de la COVID son tan amplios en el organismo y en la mente, no va a existir un tratamiento único para todos los problemas de la COVID prolongada", dice Baratta. "Esto va a ser tratado por muchos tipos diferentes de proveedores y especialistas, y a menudo se tratará síntoma por síntoma".

La COVID prolongada se reconoce como una discapacidad bajo la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA) si limita sustancialmente una o más actividades importantes de la vida. Patel dice que alrededor de 200 síntomas se incluyen en esa categoría. Los siguientes son algunos de los trastornos que, según estamos viendo, pueden persistir durante meses y, en algunos casos, años después de una infección aguda de COVID. Si estos u otros cambios de salud te resultan familiares, consulta a tu médico de atención primaria.

1. Fatiga extrema

Es común sentir fatiga cuando el organismo está ocupado combatiendo una enfermedad. Pero algunas personas continúan luchando con la fatiga mucho tiempo después de la infección inicial de COVID. De hecho, el síntoma principal que reportan los pacientes con COVID prolongada es la falta de energía. En algunos, eso puede ser diagnosticado como síndrome de fatiga crónica, algo que ha estado en aumento desde el inicio de la pandemia, dice Baratta. Él lo define como "un nivel de fatiga incapacitante que limita seriamente las actividades diarias".

Esta fatiga persistente puede deberse a la producción limitada de energía dentro de los músculos, una consecuencia del daño causado por una infección de COVID en las mitocondrias. Puede sucederle a cualquiera, independientemente del nivel de aptitud física que la persona tenía antes de la infección. "He tratado a pacientes que han sido triatletas y ahora solo pueden hacer 15 o 20 minutos de ejercicio al día, cuando están acostumbrados a correr y nadar millas a la vez", dice Kaplan.

Él recomienda comenzar despacio e ir poco a poco con todo lo que haces en la casa, "con intervalos de actividad más cortos varias veces durante el día en lugar de tratar de hacer todo de una vez". Si hay mejoría o no depende de cada persona. En algunas, los síntomas desaparecen, mientras que otras pueden luchar contra ellos indefinidamente.

2. Falta de aliento

Un análisis de tomografías computarizadas del pecho de 144 pacientes de entre 27 y 80 años reveló que más de un tercio de las personas hospitalizadas con una infección previa de COVID tenían cicatrices y engrosamiento pulmonar dos años después de entrar en contacto con el virus. Incluso los pacientes con casos más leves que no tuvieron cicatrices pueden experimentar cambios respiratorios.

"Algunas investigaciones indican que, después de la COVID, las personas comienzan a respirar en forma más corta y superficial", dice Baratta. "Esto básicamente provoca un tipo de hiperventilación que ni siquiera reconocen, no envían una buena cantidad de aire fresco a la profundidad de los pulmones, lo cual puede causar la falta de aliento".

Los médicos han tenido éxito con el uso de ejercicios respiratorios para ayudar a que los pacientes aprendan nuevamente a respirar en forma lenta y profunda.

3. Cambios cognitivos

La dificultad para concentrarse, la sensación de estar en las nubes y el hecho de olvidarse de las cosas son solo algunos de los problemas cerebrales que puede provocar la COVID. Estos pueden durar semanas o meses o —en algunos casos de COVID prolongada— convertirse en una ocurrencia diaria que dura indefinidamente. El coronavirus puede permanecer en el intestino de una persona mucho tiempo después de una infección, donde altera el microbioma y afecta la capacidad del organismo de producir serotonina, lo cual genera alteraciones cognitivas.

La COVID también puede alterar la barrera hematoencefálica, permitiendo que sustancias químicas o moléculas del resto del cuerpo ingresen a la corriente sanguínea del cerebro, lo cual puede provocar confusión mental, dice Baratta.

Un estudio halló que 30 días después de un resultado positivo de COVID-19, las personas tenían un mayor riesgo de deterioro cognitivo y trastornos de salud mental, entre ellos ansiedad, depresión y estrés. Otro estudio reveló que la inflamación en el cerebro de personas con COVID-19 leve a moderada era similar a los efectos de envejecer siete años. Los médicos están utilizando ejercicios de rehabilitación cognitiva con pacientes que presentan problemas neurológicos, que parecen prometedores en la reducción de los síntomas.

4. Depresión y ansiedad

"Los trastornos relacionados con el estado de ánimo son uno de los cinco problemas principales que experimentan las personas después de la COVID", dice Baratta. Es posible que exista una relación directa entre el efecto del virus en el cerebro y los problemas del estado de ánimo. Una revisión del 2021 de ocho estudios halló que 12 semanas después de una infección por COVID, entre el 11 y el 28% de las personas tenían síntomas de depresión, y entre el 3 y el 12% de esos individuos calificaron a sus síntomas como graves. Si te sientes más estresado o decaído después de contraer COVID, díselo a tu médico de cabecera, quien podrá referirte a un terapeuta. O visita la herramienta de búsqueda de la Asociación Americana de Psicología en locator.apa.org (en inglés). Allí podrás encontrar un terapeuta calificado en tu área.

5. Trastornos del sueño

Casi el 40% de las personas con COVID prolongada han reportado cambios importantes en sus patrones de sueño. Un estudio observó a 1,056 pacientes de COVID-19 cuya infección no había sido lo suficientemente grave como para requerir hospitalización. De esa población, el 76.1% reportó tener insomnio, y el 22.8% reportó insomnio extremo. Otra forma en que la enfermedad afecta el sistema respiratorio es la apnea del sueño, que también puede aparecer después de la COVID.

Si tienes problemas para dormir, habla con tu médico. Una máquina de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) puede ayudar con la apnea del sueño. Los hábitos de vida que priorizan un sueño saludable —como mantener horarios uniformes para dormir y despertarse y evitar comidas grandes antes de acostarse— también pueden ayudar. "Dormir después de COVID ha sido, literalmente, una pesadilla. Vimos un aumento del 23% en las recetas de pastillas para dormir durante y después de COVID", dice Michael Breus, psicólogo clínico y especialista clínico en sueño radicado en Los Ángeles.

6. Problemas digestivos

Diarrea, estreñimiento, dolor abdominal, hinchazón y gases: estos síntomas del síndrome del intestino irritable pueden ser efectos derivados de un encuentro con la COVID. Una encuesta de 729 sobrevivientes de COVID halló que el 29% experimentó al menos un nuevo síntoma crónico de trastorno gastrointestinal seis meses después de la infección. "Hay pruebas de que partes del virus de la COVID permanecen en el tracto gastrointestinal durante muchos meses después de la enfermedad inicial, y se ha sugerido que la presencia persistente de estos fragmentos virales causa disfunción o problemas en el tracto gastrointestinal, lo que lleva principalmente a síntomas como diarrea o malestar y molestias gástricas", dice Baratta.

Habla con tu médico sobre cualquier síntoma digestivo nuevo o consulta a un gastroenterólogo. Puedes llevar un diario de comidas y anotar si el trastorno se activa después de comer ciertos alimentos. Prueba a eliminarlos, y luego reintrodúcelos uno por uno para ver a cuál reaccionas, aconseja Kaplan.

7. Alergias nuevas o empeoradas

Algunas personas que contraen COVID experimentan alergias que no habían tenido nunca. Un estudio halló que el riesgo de manifestar enfermedades alérgicas, como el asma y la rinitis alérgica, aumentó significativamente en los primeros 30 días después de un diagnóstico de COVID. Esto puede deberse a que el sistema inmunitario permanece hipervigilante después de luchar contra el virus, dice McAuley.

En casos graves, como el de Chrissy Bernal, eso puede llevar al síndrome de activación mastocitaria (SAM), una enfermedad que se presenta como una serie de alergias severas: las células del cuerpo se vuelven hipersensibles y generan fuertes reacciones a todo, desde la comida y el polen hasta incluso una ducha caliente o el ejercicio físico. Los antihistamínicos y otros medicamentos pueden ayudar, así que habla con tu médico si experimentas picazón en la piel, pulso rápido, sibilancia o síntomas gastrointestinales.

8. Dolor

Algunos sobrevivientes de COVID luchan contra el dolor crónico, que abarca todo, desde dolor en las articulaciones hasta dolor testicular. Existe un mayor riesgo de artritis inflamatoria, y ese riesgo es mayor para las mujeres que para los hombres. Una revisión de estudios estimó que el 10% de las personas que contrajeron COVID experimentaron dolor muscular y óseo en algún momento durante el primer año después de la infección.

Reducir el estrés, comer una dieta saludable y hacer ejercicio pueden aliviar algunas molestias después de la COVID. Los masajes terapéuticos, la terapia de movimiento, la acupuntura y los analgésicos de venta libre también pueden proporcionar alivio. Tu médico puede remitirte a un especialista, como a un reumatólogo, quien puede ayudar a controlar los síntomas, incluido el dolor en las articulaciones.

El rápido avance de las investigaciones trae nuevas esperanzas

Si tus síntomas persisten después de un episodio de COVID, comienza con tu médico de atención primaria, quien puede ayudarte a tratar los síntomas o referirte a un especialista. A pesar de las desestimaciones anteriores, la COVID prolongada es más reconocida ahora, dice Patel, y los CDC están haciendo su parte para educar tanto a pacientes como a proveedores. Al mismo tiempo, iniciativas como el programa Recover de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) están investigando opciones de tratamiento.

"Dentro de un año las cosas se verán diferentes, porque la investigación avanza muy rápido", dice la Dra. Martin. Por ejemplo, los CDC están financiando una serie de ensayos clínicos en los que trabajan los NIH. Esta nueva información, dice Martin, puede guiar a los médicos (entre quienes ella se incluye) que tratan a pacientes con COVID prolongada para aliviar mejor sus síntomas. 

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